Woody Allen. Alianza, Madrid, 2020. 439 páginas
Empecemos por el principio: hay algo que no funciona en esta autobiografía de Woody Allen. Algo que la separa de otros textos suyos como «Cuentos sin plumas» o, por qué no decirlo, de aquellos guiones de sus películas que editó puntualmente el sello Tusquets. En general, me interesa poco la escritura en defensa propia, el sumario y el repaso de las causas que han llevado a Allen a esa especie de ostracismo (en cursiva, dudo que ni él mismo se tome demasiado en serio tal cosa); prefiero al escritor que habla maravillas de sus ídolos, ya sea de S.J. Perelman o de Sidney Bechet; al director que se divierte contando anécdotas o al cineasta que prefiere la tranquilidad de la sala de montaje para ordenar los fragmentos de caos de la grabación. «A propósito de nada», sin embargo, invierte demasiadas páginas en hablar de lo que todo el mundo espera. De ajustar cuentas y hacer balance de los años Farrow; algo que no es óbice para que Allen destaque la importancia de la actriz en su cine. La lectura es un poco caótica, pero resulta agradable serpentear por la memoria de Allen y escuchar sus recuerdos de cada película, de cada pareja (con Keaton, creo, está todo lo bueno) o de un mundo que apenas existe ya. Siempre con un humor afilado, con ganas de hacer sangre sobre sus propios clichés. Una pena que el resto del libro ofrezca su visión, urgente y de primera mano, de un caso cuya repercusión mediática es inversamente proporcional a la felicidad que nos ha transmitido durante tantos años su obra.
Óscar Brox