LA MOSCA (1958) Kurt Neumann |
LA MOSCA, EN ALGUNOS ASPECTOS, CONSTITUYE EL FINAL de la gran época de la ciencia ficción estadounidense. Un periodo de unos siete años en el que el género había alcanzado unos grados de madurez, intensidad y capacidad simbólica verdaderamente asombrosos, muy a pesar de su habitual y superficial consideración. La singularidad de esta pieza de Kurt Neumann se establece a partir de varios puntos en los que el film se desmarca claramente de las tendencias habituales de un género que, en 1958, ya integraba una serie de dispositivos comunes que, en parte, el propio Neumann había ayudado a consolidar con sus anteriores incursiones en la ciencia ficción: la temprana Cohete K-1 (Rocketship X-M, 1950) y Kronos (1957), ambas de enorme interés.
Uno de los aspectos más sorprendentes de esta película es la absoluta destrucción del maniqueísmo y su consciente orientación fatalista. Efectivamente, en La mosca no hay ningún dispositivo externo que distorsione el feliz status quo de la familia protagonista. No se construye a partir de la colisión entre lo «bueno» y lo «malo», ni tampoco encaminándose hacia mensajes coyunturales propios de la Guerra Fría. Por el contrario, Neumann no establece ningún atisbo argumental o conceptual que pueda encaminar el resultado hacia estos derroteros sino que, por el contrario, lleva a cabo un perfecto engranaje narrativo que sabe crear tensión y generar miedo sin que ninguno de los personajes esté orientado para ello.
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