SUSPIRIA (1977) Dario Argento |
EN UN MOMENTO CONCRETO DE ESTA OBRA MAESTRA, durante la conversación entre Suzy Bannion (una espléndida Jessica Harper) y el profesor Milius (Rudolf Schündler), la imagen abandona a ambos interlocutores a través de un zoom que se centra en el reflejo de los dos sobre un cristal. Es interesante, observando con detalle este instante, analizar con detenimiento dos aspectos de este plano y el perturbador significado de todo ello. Primero de nada, Argento fuerza al espectador a que su capacidad de atención quede fijada en la borrosa figura de los personajes. No le interesa lo más mínimo su significado real sino la imagen especular de dicha realidad. La que percibe unas formas distantes de sus referentes aunque, quizá por ello mismo, mucho más significativas de su auténtica condición al extraer no pocas de las facciones ocultas tanto del ambiente como de los protagonistas de la escena, ya que el reflejo acaba convirtiéndose en uno de los factores trascendentales del estilo de Argento. Sin embargo, habría que tener en cuenta un elemento capital para entender las auténticas intenciones del recurso: el cineasta no recurre a un movimiento de cámara sino a un zoom. La cámara, por consiguiente, permanece fija. Así pues, el plano no abandona a los personajes para centrarse, físicamente, en otra realidad sino que accede a ella a través del universo que nos rodea. Y, más aún, si tenemos en cuenta que esta es una de las pocas secuencias de Suspiria desarrolladas fuera de la academia de danza.
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