IKARIE XB-1

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Cultura pop y comunismo

Filmin estrena en su plataforma la versión restaurada de Ikarie B-1, una curiosa película de ciencia ficción producida en la Checoslovaquia comunista, que con los años acrecienta su carácter de pequeño film de culto.


Desde siempre la ciencia ficción fue considerada como un género capitalista al otro lado del Telón de Acero. No es de extrañar. En pleno pánico rojo de los 50, el cine americano se sirvió de ella para metaforizar sobre las maldades intrínsecas al comunismo o para excitar los ánimos en la opulenta sociedad estadounidense de posguerra. El hecho de que en 1963 se estrenara en Checoslovaquia Ikarie XB-1 es (por lo tanto) una rareza, pero obedece a un contexto en el que los soviéticos lideraban la carrera espacial tras el primer paseo orbital de Yuri Gagarin en 1961. El Partido Comunista de Checoslovaquia decidió rendir un homenaje a esa gesta y propuso financiar un film de ciencia ficción con un 6 millones de coronas (una cifra ingente para la época), adaptando la novela de Stanislaw Lem La  nube de Magallanes, aunque posteriormente el escritor no sería reconocido en los títulos de crédito por petición expresa. Se contrató a las jóvenes promesas Jindřich Polák y Pavel Juráček como director y guionista, y al pintor y escenógrafo Zdenek Seydl para el diseño de los decorados de la nave donde se desarrolla la acción, esa Ikarie XB-1 que inicia un viaje a Alpha Centauri para encontrar vida inteligente en el espacio. El planteamiento bebe de la ciencia ficción filosófica. Se dice que de ella Stanley Kubrick tomó numerosos apuntes (éticos y estéticos) para 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odissey, 1968). La búsqueda de vida extraterrestre, las video-llamadas, e incluso los pasillos hexagonales son aspectos que una u otra comparten. En todo caso, lo que en Ikarie XB-1 es narración y descubrimiento, en 2001 es hermetismo y transcendencia. La aventura filosófica del film checoslovaco se convierte en manos de Kubrick en poesía visual.




Ikarie XB-1 se debe más al cine B americano de los 50 y a la cultura pop que lo que confiesa. Y la influencia que ejercerá será también en ese ámbito. Al fin y al cabo, lo que narra el film de Polák es un simple viaje intergaláctico donde sus protagonistas deberán superar vicisitudes inesperadas. La presencia de una “estrella negra”, de enorme gravedad, lleva a la tripulación a enfrentarse a la muerte y a la locura. En el ínterin, abundantes reflexiones sobre el espacio-tiempo o sobre el sentido de la existencia humana mediante planos fijos y lentos travellings acompañados de una u otra voz en off. El tono es pausado, muy similar al de Planeta prohibido (Forbidden Planet. Fred M. Wilcox, 1963), referencia que incluso se sazona con la presencia de un anticuado robot muy parecido al Robby del film americano. Y eso no es todo. La misma estructura del guion de Ikarie XB-1 recuerda poderosamente a una serie del momento como es la mítica The Twilight Zone. El mismo blanco y negro, la inquietud ante un suceso extraño y condicionante, el hecho de que los personajes tengan nombres anglosajones y no checos…la película es un homenaje estructurado en un largo flashback que abre y cierra la historia. Ikarie XB-1 está muy cerca de la ciencia ficción occidental de la época, de ahí quizás que consiguiera el triunfo en el Festival de Trieste[1] y que se distribuyera a cuarenta y dos países, entre ellos los Estados Unidos, con el nombre de Voyage to the End of the Universe.

La distribución americana corrió a cargo de la American International Pictures, dirigida por el inefable Samuel Z. Arkoff quien, como hacía de forma habitual con sus films de serie B, cortó numerosas secuencias, remontó alguna y cambió el final para darle un tono más sorpresivo y (también) más cercano a los seriales televisivos de los 60[2]. Cuando los tripulantes del Ikarie consiguen llegar al planeta de destino se encuentran con un plano aéreo de una civilización inteligente que les está esperando. Arkoff sustituyó ese plano por otro de la ciudad de Nueva York, dando con ello a entender que los cosmonautas habían vuelto a la Tierra sin darse cuenta. Rod Serling, creador de Twilight Zone, tomaría nota de ello cinco años después al elaborar el guion de El planeta de los simios (The Planet of the Apes. Franklin J. Schaffner, 1968).


Ikarie XB-1 se debe más al cine B americano de los 50 y a la cultura pop 

que lo que confiesa. Y la influencia que ejercerá será también en ese ámbito



No obstante, la película tiene la extraña cualidad de no tener protagonista principal. Y es una cualidad por cuanto no debilita la propuesta sino todo lo contrario. La combinación de planos generales, donde se ven numerosos colonos transitando por la nave, junto a poderosos primeros planos de algunos personajes consigue transmitir una acertada plasmación del colectivo por encima de las capacidades individuales. Junto a ello, el tono de los diálogos es en muchas ocasiones distendido y natural, y las jerarquías se suponen más que se explicitan, porque los personajes siempre se tutean de forma amistosa. Gene Roddenberry confesó que siempre tuvo en mente Ikarie XB-1 a la hora de dar forma a la mítica serie Star Trek, en el sentido de entender la tripulación como un equipo de personas de diversas razas, edades y nacionalidades que colaboran y conviven en armonía. La referencia es más que evidente.

Icaria es una pequeña isla del mar Egeo que toma su nombre de Ícaro, el hijo de Dédalo que se acercó demasiado al sol al volar con unas alas sujetas con cera. Al mismo tiempo la isla tiene una larga tradición revolucionaria y de resistencia frente al invasor, hasta el punto de convertirse en 1912, durante un breve periodo de tiempo antes de integrarse en Grecia, en el Estado Libre de Icaria. También es conocida como la “isla roja”, porque allí fueron exiliados numerosos comunistas durante la llamada dictadura de los Generales. Con esos dos referentes, el mítico y el político, no es de extrañar que la película tome su nombre para bautizar a la nave espacial. Las bondades del comunismo se muestran de forma implícita como efectiva, sin necesidades panfletarias. Y en ese planteamiento nos encontramos con la mejor secuencia del film, aquella en la que la tripulación encuentra una antigua nave a la deriva. Los dos cosmonautas exploradores descubren un suicidio colectivo de la tripulación. Todos los cadáveres, vestidos a la manera del siglo XX, representan las maldades de un capitalismo desaforado e individualista. Más allá de la (evidente) metáfora planteada, la secuencia sorprende por su poética crudeza. En la penumbra de la sala de control, el rostro del cadáver del capitán se descompone cuando los cosmonautas penetran en la habitación sellada durante siglos. Y es una imagen perturbadora, pero también hermosa.

Jordi Ardid

[1] Ikarie XB-1 consiguió el premio ex aequo con La Jetée de Chris Marker, un film formalmente más arriesgado. No sería de extrañar que el triunfo del film de Polák tuviera muy en cuenta la “rareza” de ser checoslovaco, más que su traducción visual.

[2] Arkoff también cambiaría los nombres de los autores del film. Jindřich Polák se convierte en Jack Pollack, Pavel Juráček en Paul Jurist, Ester Kumbrachová en Esther Smith, Zdeněk Liška en Danny List…


Checoslovaquia, 1963. Director: Jindřich Polák. Guión: Jindřich Polák y Pavel Juráček, basado en el libro de Stanislaw Lem La nube de Magallanes (Obłok Magellana). Productor: Karel Lukas. Montaje: Josef Dobřichovský. Dirección artística: Jan Zázvorka. Vestuario: Ester Krumbachová. Música: Zdeněk Liška. Intérpretes: Zdeněk Štěpánek, Radovan Lukavský, Dana Medřická, Miroslav Macháček, František Smolík, Jiří Vršťala.