Eduardo Guillot (coord.). Editorial UOC, Barcelona, 2020. 212 páginas.
En la introducción del libro “Revisión crítica del cine brasileño”, publicado en España por la editorial Fundamentos en 1971, Glauber Rocha afirma que la cultura cinematográfica brasileña es precaria y marginal. Además, asegura que la mayoría de los críticos locales se especializan en cine norteamericano porque es más fácil hablar de estas películas sin mayores preocupaciones culturales. La vía de investigación crítica planteada en el volumen a comienzos de los años sesenta continúa en el conocido manifiesto “Eztétyka del hambre”, donde el cineasta cuestiona el paternalismo europeo hacia el tercer mundo. Parte de la esencia de los debates planteados entonces alrededor de incontables cinematografías, tradicionalmente poco atendidas o incluso menospreciadas en pro de las poderosas potencias, lo recupera Eduardo Guillot en el prólogo de “Un lugar en el mundo”, un nuevo título de la colección Filmografías Esenciales de la UOC, que de algún modo puede llegar a entenderse como una suerte de continuación del valioso ejemplar de 1999 de Alberto Elena y Marina Díaz López “Tierra en trance. El cine latinoamericano en 100 películas”, en el que los coordinadores declaran: “Ofrecer una antología de cine latinoamericano no es una empresa particularmente original, pero también habrá que compartir nuestro estupor por el hecho de que raras veces se haya acometido una operación de estas características”. En el preámbulo, rechazando la oportuna caligrafía política y encolerizada de muchos textos análogos del pasado, Guillot comenta las intenciones de la obra mientras analiza el estado del cine latinoamericano de los últimos veinte años y su relevancia en el mapa fílmico internacional, más allá del ruido de los éxitos coyunturales o de ciertos espejismos montados por multinacionales. El coordinador reconoce en los distintos apartados del primer escrito los inevitables problemas derivados de una mirada al siglo seguramente prematura, más también expone suficientes datos que justifican la obligación de explorar y reivindicar el presente de los horizontes latinos.
Aunque “Un lugar en el mundo” sigue con fidelidad las principales coordenadas de la colección, resulta finalmente un tomo singular, gracias a la mirada múltiple que lo recorre y a la ambición de proyectar, por encima de la mera catalogación, una ruta histórica, social y artística de las regiones. La ruta, que comienza en La ciénaga (Lucrecia Martel, 2001) y se suspende en la pieza guatemalteca Nuestras madres (César Díaz, 2019), posibilita el análisis de las diferentes identidades globales y de las escrituras particulares. Parte del éxito del proyecto tiene que ver con la acertada decisión de reunir una nómina de autores mayoritariamente latinoamericanos, conocedores de las complejas realidades nacionales. Así, escritores de Argentina, Perú, Costa Rica, Cuba o Uruguay utilizan la oportunidad brindada para redactar unas personales aproximaciones a sus espacios, que reunidas conforman un valioso conjunto que no deja de interrogarse.
Ramón Alfonso