LA RED AVISPA

en Streaming/TV por

Cuando salí de Cuba

Estrenada en la plataforma Netflix, La Red Avispa es la nueva película escrita y dirigida por Olivier Assayas, quien, como ya hiciera en Carlos y Después de mayo, aborda hechos reales y acontecimientos históricos. En esta ocasión, la Historia, y la Intrahistoria, de una organización secreta cubana procastrista que operó durante los años 90 del pasado siglo.


No sé si, realmente, Olivier Assayas es el mejor cineasta francés de la actualidad; esta opinión, tan taxativa, dependerá del conocimiento sobre su obra y de la estima que cada cual le tenga (particularmente, prefiero a Arnaud Desplechin). Pero, sin duda alguna, la carrera de Assayas es lo suficientemente heterodoxa, personal y sorprendente como para justificar, como mínimo, las elevadas expectativas que acompañan al estreno de cada nueva película suya. Expectativas que, por lo visto, no se cumplieron, o lo hicieron tan solo a medias, cuando Assayas presentó su más reciente trabajo tras las cámaras, La Red Avispa (Wasp Network, 2019), en septiembre del año pasado, en uno de esos célebres certámenes que, por regla general y salvo honrosas excepciones (y digan lo que digan y pese a quien le pese), son los peores lugares para ver, y apreciar, cine, esto es, el Festival de Venecia. Doctores tiene la Iglesia y sus razones tendrán, y de peso, para menospreciar, cuando no despreciar, un film que, a nivel particular, está lejos, muy lejos de parecerme una obra maestra, pero tampoco creo que sea, ni por asomo, una película indigna de ser tenida en consideración.



Assayas, asimismo firmante del guión, ha partido en esta ocasión de un libro del escritor y periodista de investigación brasileño Fernando Morais, titulado “Os Últimos Soldados da Guerra Fria” (2011), que reconstruye la historia real de la denominada Red Avispa, un grupo terrorista y de espionaje cubano que durante la década de los 90 del pasado siglo operó con notable éxito gracias a su habilidoso talento para hacerse pasar por refugiados cubanos que huían de la dictadura castrista. La trama ya es de por sí interesante, pero, como bien saben los buenos aficionados al cine –y entiendo por tales a aquellas personas que saben que el interés de cualquier película no depende del interés de lo que cuenta, sino del cómo lo cuenta–, nada de eso tendría valor en sí mismo considerado si no fuera porque Assayas lo narra de una manera particularmente atractiva y, a mi entender, con enorme sentido del riesgo. Lo digo porque, a simple vista, La Red Avispa se presenta a lo largo de la primera de sus más de dos –y fluidas– horas de metraje como un relato que parece seguir, a simple vista, un determinado planteamiento dramático y narrativo que, a partir de su segunda hora, se trastoca por completo mediante un hábil giro de guión, proporcionándole al film una perspectiva nueva y ambivalente.

Me explico. En esa primera hora, asistimos a la minuciosa presentación y descripción de una serie de personajes de nacionalidad cubana estrechamente relacionados entre sí. Por un lado, René González (Edgar Ramírez), un piloto que en 1990 deserta de Cuba a los Estados Unidos, abandonando en la isla a su esposa, Olga Salanueva-González (Penélope Cruz), y a su hija Irma (Carolina Pedraza Matamoros a los 6 años, Osdeymi Pastrana Miranda en su adolescencia). Por otro, un segundo desertor, Juan Pablo Roque (Wagner Moura), quien, poco después que René, protagoniza una espectacular fuga a nado hasta alcanzar la luego tristemente célebre base militar norteamericana de Guantánamo, y, una vez en Miami, conoce, se enamora y termina casándose con una mujer divorciada, Ana Margarita Martínez (Ana de Armas). René entra en contacto con Hermanos Al Rescate, una organización de exiliados cubanos dirigida por José Basulto (Leonardo Sbaraglia), y pone a su servicio su talento como piloto para rescatar a los cubanos que intentan llegar a Norteamérica por mar a bordo de sus frágiles embarcaciones. Por su parte, Roque –gracias, en parte, a su relación amorosa con Ana– contacta con Luis Posada Carriles (Tony Plana), exmilitar cubano y agente de la CIA que organiza acciones terroristas contra intereses castristas.


La mirada que arroja Assayas sobre los personajes y sus vicisitudes en la primera mitad de “La Red Avispa” es, aparentemente, tan fría y desapasionada, que casi podríamos estar hablando de una especie de “documental de ficción” o de “ficción documentalizada



La mirada que arroja Assayas sobre los personajes y sus vicisitudes en esta primera mitad de La Red Avispa es, aparentemente, tan fría y desapasionada, que casi podríamos estar hablando de una especie de “documental de ficción” o de “ficción documentalizada”: los límites entre el documental y la ficción nunca están del todo claros, y menos sobre la base  de la planificación del realizador, quien lo filma todo con tanta precisión como cierto distanciamiento, contando lo que narra con tanta solidez como ausencia de empatía, al menos en apariencia. Es entonces, hacia su aproximadamente segunda hora de metraje, cuando la película enseña sus cartas y nos descubre, finalmente, la verdad o, mejor dicho, una doble verdad: la objetiva, formada por la veracidad de los hechos históricos que narra, y la subjetiva, que no es sino la “verdad” que forma parte de la entraña dramática del propio film. Entonces, como digo, descubrimos que ni René ni Roque son lo que aparentaban hasta este momento, desertores del régimen castrista, sino, por el contrario, miembros de una organización secreta procastrista, la Red Avispa, dirigida por Manuel Viramontez (Gael García Bernal), y que, gracias a su apariencia de “héroes” huidos de la dictadura castrista son, en realidad, “héroes” de la Cuba de Fidel que están espiando desde dentro las actividades secretas de los Estados Unidos y de los grupos anticastristas contra su país de origen.

HISTORIA E INTRAHISTORIA

De este modo, y a partir de esa segunda mitad, La Red Avispa deviene una película dominada por una interesantísima ambivalencia, habida cuenta de que la revelación de las auténticas intenciones de los personajes de René y Roque confiere a todo el relato una capa de duplicidad, de tal manera que todo lo que hemos presenciado en la primera parte del film se convierte, de este modo, en otra cosa, dado que no era tanto lo que habíamos visto como lo que creíamos que habíamos visto. Asimismo, la aparente frialdad de los personajes de René y Roque desaparece, adquiriendo todo su auténtico significado a partir del momento en que comprendemos que han estado jugando y siguen jugando a un doble juego: René escribe abundantes cartas a su esposa Olga tratando de consolarla por haberla abandonado, pero sin explicarle nunca la verdad de su conducta (cartas que Olga se niega a leer, convencida de la traición a Cuba de su marido, a quien considera, como todo el mundo en la isla, “un gusano”); por su parte, ya antes de casarse con ella, Roque advierte a Ana que hay una parcela muy importante de su vida sobre la cual él nunca le va a hablar, conminándola a que nunca le haga preguntas sobre la misma (despertando en Ana, de manera paulatina, la triste convicción de que Roque nunca la ha querido y se ha limitado a utilizarla).

Si bien este giro a mitad de relato puede hacer pensar en una especie de versión “invertida”, del cine de Alfred Hitchcock, en virtud de la cual los protagonistas de la trama dejan de ser los “falsos inocentes” que aparentaban ser para convertirse en los “auténticos culpables” que realmente son, flota sobre La Red Avispa la atmósfera tensa, fría pero cortante como un cuchillo afilado del cine de Fritz Lang (un cultivador, precisamente, de la antes mencionada idea de los “auténticos culpables”). Eso se percibe, sobre todo, en la sequedad de las escenas de acción, en particular la primera y excelente secuencia que describe la (falsa) huida de René de Cuba; así como en la que dibuja, con admirable precisión y concisión narrativa, el episodio –también real– del derribo de dos avionetas de los Hermanos Al Rescate por parte de la aviación militar cubana en 1996; y la magnífica de los atentados con bomba contra tres hoteles cubanos en 1997, llevados a cabo por el joven Raúl Cruz León (Nolan Guerra Fernández) bajo la instigación de Luis Posada Carriles.



No es la primera vez que Assayas reconstruye hechos reales o momentos históricos: recordemos su miniserie de televisión Carlos (ídem, 2010), probablemente su anterior producción más parecida a La Red Avispa, o Después de mayo (Après mai, 2012). Pero, a pesar de esa vertiente, digamos, “semidocumental”, en cuanto exposición de hechos de la Historia, con mayúsculas, su nueva película transmite en todo momento una sensación de intimidad y calidez humanas cuando se interna en la Intrahistoria, o historia con minúsculas, de personajes y situaciones: las escenas de las conversaciones de René con el líder de Hermanos Al Rescate José Basulto, los momentos íntimos entre Roque y Ana, o las escenas que describen, en el último tercio del relato, los esfuerzos de Olga con tal de huir del acoso de la prensa junto con su hija Irma y su segunda hija recién nacida (la noticia del futuro nacimiento de la cual, por cierto, funciona a modo de excelente elipsis que indica la reconciliación de René y Olga tras su difícil reencuentro en los Estados Unidos), contribuyen a conferirle interés a un film que, sin estar por completo conseguido como consecuencia de cierto abuso (si bien, deliberado) de algunas convenciones del cine de espías, tiene, vuelvo a insistir, bastante más méritos de los pregonados.

Tomás Fernández Valentí


Francia-Brasil-España-Bélgica, 2019. T.O.: “Wasp Network”. Director: Olivier Assayas. Intérpretes: Penélope Cruz, Edgar Ramírez, Gael García Bernal, Ana de Armas, Leonardo Sbaraglia, Wagner Moura, Tony Plana. DISPONIBLE EN NETFLIX