La mirada femenina que vino de Corea del Sur

Filmin ha conseguido traer los festivales a casa. Este acontecimiento resulta primoroso, porque no hay que olvidar que poder visionar películas que se exhiben en esos festivales que suelen celebrarse lejos del hogar es muy difícil fuera del festival.
La red de distribución no suele traer un buen número de aquéllas. La iniciativa de Filmin de apostar por los festivales online es un acierto tanto para el cinéfilo como para el curioso. En esta ocasión, ha sido un acercamiento diferente al sugerente cine coreano con seis películas y tres cortometrajes dirigidos por mujeres. Es muy curioso cómo todos los títulos, en ocasiones, dialogan entre sí. Hay un lenguaje común y las películas están dotadas de diferentes elementos que convergen como pueden ser la muerte, la falta de ilusión o el más allá, por citar algunos.
Our Body, de Ka-ram Han, comienza con un planteamiento interesante. La propia directora plantea la acción como un hecho bastante ligado a su propia vida. De nuevo el término autoficción sirve como base para una película. Se muestra la vida de una opositora que vive con su madre y su hermana. El sexo que practica es tan gélido y rutinario como puede llegar a ser el estudio de unas oposiciones. Se explora la desolación que supone el sentirse extraviado en la búsqueda de objetivos vitales. El peso de una sociedad en la que para encajar hay que cumplir ciertas obligaciones que no casan con el tiempo para la reflexión. Los años pasan y no sucede nada que no sean más interrogantes. Hay tensión en la propuesta de cámara, pero la misma es escasa porque se persigue una formalidad técnica que no incomode demasiado al espectador. Se hubiese agradecido un mayor arrojo en la propuesta para que ese movimiento estuviese en consonancia con el sentir de la protagonista. En ese instante en el que Ja-young se ha asfixiado de tanto estudiar y decide no continuar con lo aparentemente correcto es cuando comienza la travesía por la verdad. Se produce un distanciamiento con su madre, hecho que es relevante para mostrar la evolución de ambos personajes. Slavoj Žižek señala que un acontecimiento es algo traumático, perturbador, que parece suceder de repente y que interrumpe el curso normal de las cosas, algo que surge aparentemente de la nada. Esto es lo que le sucede a Ja-young cuando ve a una chica correr. Desde ese instante ya nada será igual. ¿Están todas las causas conectadas por vínculos casuales? Comienza a correr para agilizar la mente. Este cambio lleva consigo enfrentarse a una nueva realidad. Como escribiría Haruki Murakami en “De qué hablo cuando hablo de correr”, el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Nuevos amigos, nuevos objetivos y nueva búsqueda personal. Su madre le llega a decir: “ahora pareces persona”.
En un cine tan fresco y arriesgado como el coreano sorprende que en los títulosseleccionados sus iluminaciones sean correctas pero alejadas de ciertosriesgos que estaban implícitos ya en las historias |

Los planos cortos son muy buenos. Existe sobresalto, tristeza y miseria personal. Nuevamente el azar y las funestas consecuencias conllevan enfrentarse a una ruptura vital por fallecimiento. Todo el planteamiento está ligado a la filosofía que desarrolla la honestidad del cuerpo en cuanto a que te devuelve lo que das. La fotografía es correcta pero no ofrece las aristas de las personalidades que componen la historia. Nuevamente se apuesta por una corrección que se aleja de ese periplo personal de cambio. La dirección evoluciona al igual que el personaje principal, que siempre se siente sabedora del poder que puede poseer. Rencillas, celos laborales y extraños compañeros de cama. Ja-young sola en esa habitación en la que explora su cuerpo para conocerse más. Los planos cenitales, su mirada y ese paso adelante, o no. Our Body es una película correcta y bien ejecutada, pero posee esa imperfección en ocasiones romántica que pueden llevar consigo las primeras películas.
Ghost Walk, de Yu Eun-jeong, fue galardonada con el premio del público en el Festival de Busán. Su joven directora ha conseguido una película sugerente, pero sin que pueda aseverarse que la creadora tendrá una voz personal potente. Hye-jeong trabaja en una fábrica y descubre que se ha transformado en un fantasma. Todo el planteamiento es romántico en el sentido de conseguir que ciertas desgracias no sucedan. El orden en el que la historia se muestra ofrece un añadido a lo que sucede. La muerte, el misterio, el miedo al regreso, a la oscuridad, al vacío que parecía acompañar a la vida de Hye-jeong. Es curiosa la relación que mantiene con Our Body en ciertos aspectos como matices de dirección o el hecho de que se produzca un atropello. La reconstrucción va unida a las investigaciones. Los patrones de muerte se repiten y el empleo de ciertos efectos especiales lastran hallazgos de la propuesta. Es posible que, si los mismos hubiesen estado realizados de un modo más evidente, la cinta podría haber homenajeado a un cine anterior, pero así lo que consigue es exponer innecesariamente las carencias del presupuesto. Para el tipo de historia que se desarrolla, los propios efectos no parecen necesarios. La imaginación y la enunciación siempre ayudan en una trama de investigación. Existe una búsqueda de corrección del dolor para evitar el desenlace funesto. Las múltiples influencias del cine de fantasmas no han sido digeridas para que la directora las haga suyas y son demasiado evidentes. Los componentes filosóficos y psicológicos son encomiables y Ghost Walk es un buen intento de luchar por hacer cine con estilo. El tiempo dirá lo que es capaz de realizar la directora.

El elemento más significativo de las producciones vistas es sin dudael alto nivel interpretativo que han aportado los diferentes equipos artísticos |
A Corner Shop, de Lee Suk-gyeong, es un documental sobre Picnic Cat, una de las empresas sociales más reconocidas en Corea. El proyecto se llevó a cabo a lo largo de cinco años. Resulta llamativo por la coincidencia con nuestros días, el impacto que tuvo la llegada del MERS en la sociedad y cómo tuvieron que reinventarse para poder continuar con el trabajo envueltos en esa crisis financiera. La directora sigue a personajes -trabajadores y puede apreciarse cómo los mismos conforman algo cercano a una familia. Como es natural surgen conflictos, pero ¿dónde no? El tiempo, los accidentes laborales, los recortes y el final feliz al que se llega. Documental que se ve bien, aunque tiene una dirección que en momentos parece abandonar a su propio destino, instantes que no aportan demasiado.
Way Back Home, de Sunjo Park, es un descenso a los infiernos de los recuerdos. Es recomendable acercarse a la cinta sin conocer nada de la trama para viajar de la mano de la protagonista y enfrentarse a las sorpresas del destino. Su comienzo sirve para situar a los personajes en sus diferentes rutinas. Los fantasmas del pasado regresan de forma inesperada y la vida de la protagonista comienza a virar. Enfrentarse a los secretos por dolorosos que sean siempre genera desconfianza. Se muestra cómo es la relación de Jeong-won con su familia. Este punto es un añadido a la trama porque el mismo no queda anclado en lo sencillo. Se transforma en un elemento enriquecedor porque ayuda a que se aprecie la evolución del personaje. Esa bajada a los infiernos no es aterradora si se tiene en cuenta la resolución. Se encuentra un camino a la madurez y al hecho significativo de cerrar cicatrices. La dirección es correcta, puede que demasiado formal. La duración, algo elevada, por ciertas reiteraciones que no eran necesarias.
A Boy and Sungreen, de Ahn Ju Young, es una historia de búsquedas, vacíos y hallazgos. Bo-hee estudia en el instituto, vive con su madre y muestra inquietudes junto a su mejor y única amiga, Sungreen. Al intuir que su padre está vivo, decide buscarle y así comienza una road movie emocional que transita por el humor y el descubrimiento. La dirección de Ahn Ju Young es sugerente e introduce unos flashbacks muy originales y efectivos. La sospecha de que su padre vive le enfrenta a su madre y radiografía ese egoísmo del que pueden hacer gala muchos hijos. Esa búsqueda le lleva a encontrar a su hermanastra y al novio de la misma del que se hace íntimo. La película no apuesta por un solo género y esto consigue que avance con naturalidad al alejarse de ciertos elementos melodramáticos que enturbiarían esas buenas intenciones. Los personajes están dotados de tristeza y se encuentran extraviados a la hora de responder quiénes son. La madre bebe, pero no con crudeza, es peluquera y quiere encontrar un camino que no sabe buscar. Esa relación deteriorada con su hijo por no haberle hecho partícipe de quién era su padre también le sirve para pelear por un cambio necesario. Hay aspectos emotivos, como que el padre escribía relatos y en todos ellos el protagonista se llamaba Bo-hee. La mejor amiga del protagonista siempre graba cosas y busca realizar un documental. El mismo se muestra en el tramo final como homenaje a Bo-hee y es efectivo. Ahn Ju Young sabe combinar un tema amargo, como el rechazo a uno mismo, sin hacerlo desagradable, con una historia que es una oda a la amistad envuelta en un camino hacia la madurez.

The Pregnant Tree and the Goblin, de Park Kyoungtae y Kim Dongryung, es una apuesta un tanto irregular en su mezcla de lo real y lo fantástico. Su inicio es potente y tiene instantes en los que su osadía es admirable. Nuevamente la muerte, la crueldad, el abandono y la crudeza vital están presentes. La radiografía amarga de una mujer que pinta cuadros sin título es cautivadora y, más, cuando se desgranan aspectos de su pasado o de lo que considera que debe ser su futuro. ¿Es víctima del estado? Un piano que emplea notas que conforman elementos nostálgicos sirve para adentrarse en esas vidas de prostitutas, proxenetas y malas decisiones. Hay juegos teatrales sugerentes, pero la parte fantástica se queda en un artificio poco alentador y se propone una duración demasiado elevada que lastra una más que curiosa primera parte.
En cuanto a los tres cortometrajes que se han incluido en la muestra llama poderosamente la atención el trabajo de Kim Hyung-jung titulado Beginners’ Class. Es la pieza más completa de las escogidas por el festival. Con una duración de cincuenta minutos se ofrece un tratado de lo que pueden suponer las dudas y diferentes angustias de una persona que quiere dedicarse a la escritura de guiones. El tempo de la historia es el adecuado y retrata lo que son conversaciones de estudiantes en las que analizan guiones de compañeros. Son durísimas y todos entran en ese juego de la verdad. A todo hay que sumarle los viajes de la protagonista, que vive lejos del lugar en el que se imparten las clases. Hay seducción, mentira, inseguridad y decepción. La dirección es coherente y manifiesta una confianza total en el trabajo que tiene entre manos. Maneja con mucha precisión todo lo que sucede y la tensión entre creadores se palpa. El final es sobresaliente. Trabajo extraordinario.
PungJeong.Gak. A Town with a Blue Hill, de Joowon Song, es un corto documental que es un claro ejercicio de acciones y de coreografías. Imágenes cuidadas, pero su dirección es demasiado formal y contrasta con la propuesta. Esta muestra de ejercicio de estilo no ofrece algo que vaya más allá de una curiosidad.
Movements, de Dahee Jeong, es un cortometraje de amplio y exitoso recorrido festivalero. Ganó en Valladolid la Espiga de Plata en 2019 y se exhibió en Cannes. Su propuesta del tiempo es sugerente y mantiene un mensaje claro en lo que es el viaje alrededor del mundo. Un particular ejercicio de estilo con mucho recorrido.
Apostar por ofrecer festivales online es una práctica que debe aplaudirse y que ojalá Filmin siga llevándola a cabo.
Iván Cerdán Bermúdez