Simulacro de jam session
La participación del autor de Whiplash y La La Land es uno de los aspectos más llamativos de esta miniserie de temática jazzística, tan curiosa como menos estimulante de lo que promete.
De todos los vasos comunicantes establecidos por franceses y norteamericanos desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta hoy, el que tiene como protagonista al jazz es uno de los más discretos y, a la vez, más perdurables. El ecosistema de los clubes parisinos se ha nutrido durante décadas de artistas estadounidenses expatriados, cuyo encuentro con los talentos locales y con una mayor sensibilidad cultural y política hacia ellos que en su país de origen han hecho de la capital francesa uno de los epicentros mundiales del jazz. Para el compositor y trompetista de color Miles Davis, «trabajar y vivir en París cambió mi vida, mi percepción de las cosas. Allí fue donde descubrí que no todos los blancos estaban cargados de prejuicios».[1]
The Eddy, miniserie de ocho episodios emitida por Netflix, recoge el testigo de expresiones audiovisuales sobre el tema como Un día volveré (Paris Blues, Martin Ritt, 1961) y Alrededor de la medianoche (Round Midnight, Bertrand Tavernier, 1986). De hecho, podría pensarse que juega a establecer mecanismos de corrección sobre uno y otro clásico cinematográfico. Las buenas intenciones liberales de Un día volveré, en la que Sidney Poitier y Paul Newman encarnaban a dos miembros de una banda de jazz que trataban de abrirse camino en la ciudad gala, se dieron de bruces con las limitaciones del Hollywood y la sociedad de entonces en lo relativo al star system y la integración racial. Por su parte, Alrededor de la medianoche pecó al ficcionar las vidas del pianista Bud Powell y el saxo tenor Lester Young de cierta alienación romántica y crepuscular.
The Eddy, centrada sobre el papel en un pianista, Elliot (André Holland), que deja a un lado su país y sus dotes como instrumentista para llevar la gerencia musical del pequeño club de jazz parisino que da título a la miniserie, trata de actualizar los imaginarios de sus predecesoras: divide su atención entre el grupo (muy) variopinto de familiares, amigos y colegas que rodean a Elliot, y, merced a esa dispersión, nos ofrece una visión integradora de la Francia multicultural de hoy. Es uno de los grandes aciertos de la serie junto a su homenaje evidente a la música de jazz, entendida no solo como leitmotiv de la historia o como tabla de salvación para los personajes —aquejados por un desconcierto absoluto en lo que se refiere a su condición de padres, hijos, amantes o amigos—. La estructura misma de The Eddy aspira a ser según sus artífices la de una jam session, o, en palabras del crítico de jazz George Frazier, «una reunión informal de músicos de jazz que, unidos por su afinidad temperamental, tocan música no escrita ni ensayada para su disfrute personal».[2]
Lo cierto es que The Eddy debe su existencia a un plantel de creadores casi tan amplio y heterogéneo como el reparto que se ha precisado para dar vida a sus muchas criaturas de ficción. El productor y compositor Glen Ballard, célebre por sus colaboraciones con Wilson Phillips, Alanis Morissette o Michael Jackson; el prolífico guionista y dramaturgo Jack Thorpe, que ha jugado a deconstruir imaginarios británicos estereotipados en la saga televisiva This is England (2010-15); y hasta cuatro escritores más y otros tantos realizadores, entre los que destacan la francesa Houda Benyamina —Divines (2016)—, la marroquí Laïla Marrakchi —Marock (2005)— y el estadounidense Damien Chazelle, de cuyo amor por la música han dado cumplida cuenta Guy and Madeline on a Park Bench (2009), Whiplash (2014) y La La Land (2016).
Su conjunción de talentos no desemboca sin embargo en una ficción memorable,sino en un primer capítulo, “Elliot” —dirigido, como el segundo, por DamienChazelle— extraordinario, y otros siete en los que el brío brilla por su ausencia |
Esta conjunción de talentos no desemboca sin embargo en una ficción memorable, sino en un primer capítulo, Elliot —dirigido, como el segundo, por Chazelle— extraordinario, en el que la fusión entre hálito existencial, musical y argumental es absoluta, y otros siete en los que se intenta imitar la fórmula repartiendo la acción, como hemos apuntado, entre otros personajes. En dichos capítulos brilla por su ausencia el brío casi maníaco que preside Elliot, y sus imágenes adolecen por otra parte de un desequilibrio cada vez mayor entre el naturalismo más o menos forzado que caracteriza las interpretaciones musicales y las localizaciones, y un guión empeñado en tirar de lugares comunes dramáticos y narrativos a fin de otorgar a The Eddy una cohesión que choca de frente con el espíritu de jam session del que presumía.
Personajes tan cargantes como Julie (Amandla Stenberg), la hija del protagonista, cuya evolución a lo largo de la serie es además inverosímil, o toda una subtrama criminal que incluye careos cada vez más absurdos entre Elliot y una inspectora de policía, provocan que el espectador pierda el interés por The Eddy mucho antes de su desenlace y, sobre todo, que lamente cómo el defecto principal de Un día volveré, realizada al fin y al cabo hace sesenta años, puede lastrar aún en 2020 una producción que tenía la obligación de trascender a su antecesora. A saber, la sumisión a unos patrones de consumo audiovisual generalista, que acaban por hacer de una ficción que ambicionaba ser rupturista, experimental, un simple simulacro de ello.
Elisa McCausland y Diego Salgado
[1] GOLDBERG, Eve (2018): «Why Paris Blues didn’t hit the high note», en “CinemaRetro”, 8 de agosto en https://cinemaretro.com/index.php/archives/10167-WHY-PARIS-BLUES-DIDNT-HIT-THE-HIGH-NOTE.html[1].
[2] CARPENTIER, Alejo (2011): “Narrativa completa, VI: Concierto barroco”, Tres Cantos: Ediciones Akal, p. 293
Alemania-USA-Reino Unido, 2020. T.O.: «The Eddy». Creador: Jack Thorne. Directores: Houda Benyamina, Damien Chazelle, Laila Marrakchi, Alan Poul. Intérpretes: André Holland, Joanna Kulig, Leïla Bekhti, Adil Dehbi, Randy Kerber, Ludovic Louis, Damian Nueva. DISPONIBLE EN NETFLIX