MARAVILLAS EN MONTFERMEIL

en Streaming/TV por

Al otro lado de los miserables

Actriz de teatro y de cine, y cantante, Jeanne Balibar debutó como directora cinematográfica con Par exemple, Electre (2013), film realizado a medias con Pierre Léon que exploraba la creación experimental en el ámbito teatral a partir del mito de Electra. Como es habitual en muchas actrices y actores que pasan al otro lado de la cámara, la exploración de su propio trabajo, el de actuar, acaba siendo el tema principal de las películas que deciden dirigir. Ocurre también, aunque de manera distinta, sin trasfondo explícitamente teatral, en su segundo largometraje, Maravillas en Montfermeil, dirigido y escrito ahora en solitario.


Pero hay otro rasgo más interesante en cuanto a la filmografía reciente de Balibar para entender la razón de ser de esta película. La actriz y directora venía de interpretar el papel breve de una comisaria de policía en Los miserables, el film de Ladj Ly ambientado en la actualidad en el conflictivo y multirracial municipio parisino en el que Victor Hugo ubicó hace un siglo y medio su novela homónima. Balibar regresa a ese mismo lugar, Montfermeil, para proponer una sátira social y política, en clave de comedia estrambótica, que conforma un curioso díptico con el trabajo de raíz más realista de Ly, algo así como las dos caras de una misma moneda, la sombría y la irónica, la violenta y la sarcástica, la tensa y la ligera, ambas interesantes en sus respectivas propuestas más allá de los dispersos resultados que presentan.

La secuencia de apertura marca bastante el tono disparatado que tiene Maravillas en Montfermeil, aunque no anuncia el desmadre incontrolado en el que acaba convirtiéndose. Joëlle (encarnada por la misma directora) y Kamel (Ramzy Bedia) tramitan el divorcio; mientras discuten airadamente junto a sus abogadas, la jueza, hastiada de tanta cháchara, saca los naipes y se pone a hacer un solitario. La segunda secuencia atañe a la investidura de la nueva alcaldesa de Montfermeil, Emmanuelle Joly (Emmanuelle Béart, también protagonista del anterior film de Balibar). Joelle y Kamel forman parte de su equipo. Como es un gobierno de izquierdas, la alcaldesa canta “Le Temps de cerises”, pero Joëlle boicotea el acto invitando a todos los presentes a realizar ridículos ejercicios de respiración y relajación. Esta secuencia sí que marca el tono que tendrá el film, el de una parodia cruel, tan desenfadada y a ratos lograda como demasiado evidente en la ridiculización de los arquetipos.

Las (irrisorias) ideas progresistas del nuevo equipo municipal les lleva a intentar comprender la compleja realidad de Montfermeil a partir de actos y decisiones igual de grotescas. El catálogo es magistral desde la escritura de guion, pero a Balibar, directora (y actriz en permanente estado de sobreactuación), le falta un mayor arrojo para filmar esas ideas como, pongamos por caso, se filmaban algunas situaciones en los films de los hermanos Marx o en la delirante Loquilandia. O quizá ha intentado mantener gestos y encuadres neutrales en oposición a la enloquecida digresión oral, un juego de contrastes; en este caso, creo, no le ha funcionado el dispositivo.




El vicealcalde Benoît Survenant (Mathieu Amalric), un personaje de cómic franco-belga que siempre dice que se eclipsa cuando se va de un lugar, propone una escuela oficial de idiomas en la que impartirán clases de todas las lenguas y dialectos hablados en Montfermeil y más allá del municipio. Los hombres y mujeres de raza blanca deberán aprender lenguas africanas y árabes. A su vez, los miembros del equipo de la alcaldesa van al trabajo con falda escocesa y se presentan a los plenos del ayuntamiento en kimono o chilaba. Tienen otras brillantes ideas, como las de la creación de un centro de asistencia sexual a domicilio, una oficina de inmigración e integración que organiza viajes de las familias gitanas a Transilvania –aunque deben realizarlos en sus propias caravanas– y la obligatoriedad en todo Montfermeil de hacer la siesta, hasta el punto de que en una visita de Benoît a una familia de origen africano se detiene la conversación para dormitar un rato. Mientras tanto, la mujer encarnada por Bulle Ogier y un adolescente preparan una fuga con escalera de cuerda en un decorado imaginario, como un plató en medio de un bosque, una aventura maravillada fuera de la reconocible irrealidad.

Balibar sobreactúa a conciencia y deja que sus actrices y actores hagan lo mismo como parte del juego, aunque en algunos casos esta exageración en un contexto histriónico vulgariza un poco la propuesta sociopolítica de la película, algo así como un retrato cruel de la nueva izquierda francesa y europea. En el cine galo de las últimas décadas, fue Jacques Rivette quien mejor dirigió a un determinado tipo de actriz. Balibar hizo dos películas con él, Vete a saber –posiblemente una de sus mejores interpretaciones– y La duquesa de Langeais. Emmanuelle Béart también interpretó dos, La bella mentirosa –para mí el mejor trabajo de la actriz, sin la duda del posiblemente– y Histoire de Marie et Julien, donde también está magnífica, mejor en la contención de esta historia de fantasmas que en la saturación de la comedia dislocada de Balibar. Y qué decir de Bulle Ogier, razón de ser de tantas obras de Rivette. Verlas a las tres juntas en Maravillas en Montfermeil nos hace recordar lo que perdimos con la muerte del director, pero también la capacidad que tuvo para descubrir, dirigir e improvisar con algunas de las mejores actrices francesas del último medio siglo.

Quim Casas


Francia, 2019. T.O.: “Merveilles à Montfermeil”. Directora y guion: Jeanne Balibar. Productores: Isaac Charry y Mathieu Amalric. Fotografía: André Chemetoff, en color. Intérpretes: Emmanuelle Béart, Jeanne Balibar, Ramzy Bedia, Mathieu Amalric, Bulle Ogier.