Aproximaciones literarias a Woody Allen

en SubDossiers/Woody Allen (casi) desconocido por

Una vez publicadas las memorias de Woody Allen, “A propósito de nada”, conviene realizar un pequeño barrido por aquellos libros, que son muchos, que se han dedicado a su figura. No todos son igual de acertados, por ello vamos a centrarnos en aquellos que han logrado un acercamiento más singular.

A día de hoy, demasiadas propuestas que se han centrado en argumentos sobre sus películas y su capacidad de análisis han resultado muy someras, por no decir solapadas. Esos libros pueden estar bien como guías de a su filmografía, pero la parte que conlleva investigación es demasiado pobre. También hay libros más específicos, sobre temáticas o sobre Allen en una determinada ciudad, pero los mismos ofrecen más un anecdotario envuelto en guía turística que profundidad creativa. Un documental como el dirigido por Robert B. Wide en 2012, Woody Allen: El documental, sí supuso un acercamiento muy relevante sobre el director neoyorquino y sirve como complemento a los títulos seleccionados.

Hasta la fecha el libro más pormenorizado que se ha publicado en España es “Woody por Allen”, comandado por el brillante Stig Björkman. Es casi una antesala del documental mencionado. Salió en 1993, pero en España lo editó Plot en el 95. El prólogo ya es potente en su exposición sobre lo que fue el modo de elaboración del libro y el tiempo que le llevó el mismo. Pese a su brevedad, es muy ilustrativo y se entiende ese nivel de compenetración que ambos tuvieron. El resultado salta a la vista como un producto compacto y alentador. Desgraciadamente, las entrevistas que suelen llegar de Allen son muy parecidas y demasiado superficiales. Hay poca habilidad en las preguntas, puede que sea por exigencias de los medios, pero resulta un hallazgo encontrar una entrevista que sea distinta. Las realizadas por el autor sueco van desde los inicios hasta Misterioso asesinato en Manhattan. El epílogo aborda Balas sobre Broadway, pero la entrevista está realizada por Fernando y David Trueba. Es una lástima que, con posterioridad, Björkman no haya realizado una ampliación, porque sería fascinante, por poner un ejemplo, adentrarse en los entresijos de Irrational Man.



Lo exhaustivo de cada entrevista está ligado a un ritmo constante y al interés por los detalles que le llevaron a conformar cada película. La camaradería entre ambos ofrece una llave para que ese Allen, en apariencia más circunspecto y sobrio, hable y desarrolle procesos creativos sin importarle excederse del tiempo fijado. Especial atención merecen los capítulos dedicados a September y Maridos y mujeres. El propio rodaje de September es ya casi un guión en sí mismo. Rodar dos veces una película entera es un hecho muy significativo. ¿Cómo sería esa primera versión? No tuvo reparos en prescindir de la madre de Mia Farrow en la segunda versión, o cambiar los roles de los actores. Una lástima que Sam Shepard no pudiese estar en la segunda y definitiva versión. Con Maridos y mujeres sucede algo similar en cuanto a la propuesta estética. El eco de Ingmar Bergman esta muy presente en toda esa historia: su modo de digerirla, para trasladarla a su propio estilo y no al del maestro sueco, es brillante de cara a mostrar una apuesta muy poco ortodoxa. La diferencia entre el autor y el actor queda muy bien matizada. Si se analiza, la conversación sobre Recuerdos es muy llamativa en este aspecto. Libro completísimo, que hasta la fecha sigue marcando el camino de lo que ha de ser un acercamiento exhaustivo a un creador.

DE ERIC LAX A DAVID EVANIER

Otro título, también de entrevistas, es el que llevó a cabo su biógrafo oficial, Eric Lax. “Conversaciones con Woody Allen” se publicó en 2007, siendo cuidadosamente editado por Lumen. Parcial y correcto, pero con fisuras. Las entrevistas rayan la perfección ideológica de lo que desea el propio Allen que se sepa de él. Si lo que realmente se quiere es saber el funcionamiento de uno de los proyectos del “hacedor” de películas ―como diría Borges―, se debe acudir al libro del sueco Björkman, Lax se encarga de recopilar las conversaciones por temática y eso causa un pequeño revuelo en el lector, porque se puede llegar a tener la sensación de que nada se centra correctamente en lo que tiene que contar. Hubiese sido un libro más efectivo si esta separación hubiese obedecido al orden de los años o de los títulos. No obstante, el trabajo de Lax se puede entender como un curioso anexo del libro de Björkman, dado que lo más fascinante que contiene es el periodo que transcurre entre película y película. Es ahí donde realmente se encuentra un Allen posiblemente más desconocido para todos, en el que ni siquiera él mismo sabe lo que puede llegar a ser el resultado final de un proyecto. ¿Cuántas veces es capaz de “re-rodar” partes de sus películas? El lector saldrá de sus dudas y se dará cuenta de la capacidad de trabajo tan intensa que contiene cada segundo de sus fotogramas. Otro de los aciertos que poseen sus páginas es ofrecer ciertos proyectos que nunca salieron a la luz y los motivos que tuvo en cada momento. La radiografía que ofrece de lo que es su figura resulta bastante clara, con todo ese mar de dudas que le acompañan en cada una de sus decisiones. Al igual que la correcta biografía que realizó el autor, todo está demasiado encorsetado en lo que se refiere a hablar de cada proyecto realizado teniendo en cuenta que solo se relata aquello que le interesa a Allen. No hay riesgo, de ahí que muchas de las entrevistas no ofrezcan nada nuevo, quizá por la amistad de ambos creadores. Nada se pone en tela de juicio, solo se hace constar, sin vuelta atrás, únicamente un nuevo proyecto y su más que posible frustración ―muy pocas veces ha considerado que ha hecho una película buena―. No se percibe a un Allen pretencioso u orgulloso, sino más bien humilde, reconociendo sus limitaciones y sus decepciones al ver el primer copión y tomar conciencia de lo poco que se parece a su idea preconcebida. Llega a ser hasta sobrecogedora su turbación al visionar Scoop, pero no importa, continúa sin pensar más en lo ya hecho. Lax sabe apartar su voz de autor y da paso a las palabras de su amigo. En algunos momentos intenta dotar a cada acción de una situación concreta, y muchas de ellas son acertadas por lo oportunas que resultan ―ya sea en pleno montaje o tras una severa crítica―, pero todo atraviesa el sendero que Allen ha marcado. Lástima que no haya más momentos así. La presencia mitómana de Allen está siempre presente, lo que son homenajes en él, en cualquier otro serían plagios, pero lo asume y reconoce sin turbación. El paso del tiempo le dota de esa confianza que posee en lo que es él, pero esas dudas que le muestran frágil ante cualquier opinión contraria a lo que él piensa que debe ser desnudan la realidad de lo que es su yo más latente. No se entiende muy bien que el propio director se moleste cuando se le relaciona con los protagonistas de sus historias, pero si se leen sus conversaciones se puede uno dar cuenta de que ambos están regidos por un mismo fondo. Es factible que el que no haya leído ningún otro libro sobre el cineasta lo encuentre interesante.

Son estos acercamientos, a modo de entrevistas, los más completos hacia la figura del Allen creador. Sin tener en cuenta los libros que analizan sus películas, que los hay, pero que son demasiado concretos, se puede destacar la aproximación a Manhattan que escribió Miguel Marías o el dedicado a Hannah y sus hermanas de Miguel Fernández Labayen.


Hasta la fecha el libro más pormenorizado que se ha publicado en España es

“Woody por Allen”, comandado por el brillante Stig Björkman. Es casi una

antesala del documental de Robert B. Wide “Woody Allen: El documental”



Mención especial merece la biografía escrita por David Evanier. Un trabajo muy serio y valiente. Conviene no destripar puntos clave de su investigación, pero se trata de un trabajo concienzudo y fundamentado. No se centra en los lugares comunes y va más allá. No se olvida Evanier de hablar de colaboradores brillantes como Marshall Brickman, e incluso transcribe una entrevista con el mejor amigo de Allen, Dick Cavett. Dedica también un capítulo largo a la separación de Farrow y es bastante contundente con las contradicciones que ella muestra en sus memorias. En “A propósito de nada”, también Allen dedica una parte muy grande de su libro a ese proceso, llegando a ser las páginas menos frescas de una propuesta ingeniosa. “Woody. La biografía” es un texto muy acertado y repleto de matices que aportan más datos sobre ese Allen creador y la relación que mantiene con sus colaboradores. En sus fantásticas memorias, Sven Nykvist deja escrita una descripción bastante exacta de cómo es Allen en el set de rodaje y sus influencias. Evanier habla con Javier Aguirresarobe y es muy alentador leer cómo le describe como alguien diferente, con un modo de rodar muy particular y efectivo. El operador sueco no es tan elogioso, aunque ambos coinciden en su inteligencia, lo distante, aunque educado, que es, y su propio engranaje de creación. Libros sobre Woody Allen siempre existirán. Solo se espera que los mismos no naufraguen en lugares ya transitados y que, tal y como hace el propio Allen, arriesguen en sus propuestas porque, si no se hace así…, ¿para qué hacerlos?

Iván Cerdán Bermúdez