LA CONJURA CONTRA AMÉRICA

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Ucronía y autobiografía

Aunque la novela de Philip Roth en que se basa la nueva creación televisiva de David Simon (y Ed Burns: Burns es a Simon lo que Mark Frost a David Lynch en Twin Peaks) pertenece al género de la ucronía, lo que relata es muy factible.


En uno de sus ensayos sobre Roth contenido en el volumen recopilatorio “El roce del tiempo”, Martin Amis explica que el antisemitismo norteamericano fue constante en la década de los treinta y se extendió hasta el inicio de la segunda guerra mundial; las encuestas decían entonces que un tercio de la población estadounidense estaba de acuerdo con las leyes discriminatorias contra los judíos. Amis recuerda que todas las sinagogas de Washington Heights fueron profanadas y se hicieron pintadas con esvásticas. Esto es lo que ocurre en “La conjura contra América”, la novela de Roth publicada en 2004. Roth alimenta la realidad con una ficción de historia alternativa en la que el héroe de la aviación, Charles Lindbergh, conocido por sus teorías aislacionistas, gana las elecciones de 1940 al presidente Roosevelt y se alía, aunque sin oficializarlo, con la causa nazi. En palabras de un médico de los campos de exterminio, citadas por Amis en otro ensayo, “el judío es el apéndice gangrenoso del cuerpo de la humanidad”.



La excelente novela une ucronía con autobiografía. La familia protagonista, los Levin, forman parte del recuerdo de los Roth, y el hijo pequeño de esta familia se llama Phillip, en este caso con doble ele: el escritor tenía seis años cuando estalló el conflicto mundial. Aunque fallecido en 2018, Roth aparece acreditado como productor ejecutivo de la miniserie de Simon y Burns, de modo que formó parte de la misma en sus inicios y dio su aprobación. No es de extrañar, ya que los seis episodios de La conjura contra América son escrupulosamente fieles en casi todo al texto original: matices en la cotidianidad familiar; enfrentamientos sesgados entre el matrimonio, con un excelente trabajo de Zoe Kazan; la crisis de las ideologías; la vida en un barrio judío de Newark, en New Jersey; los lazos entre padres e hijos, también las disputas con el mayor (Sandy), y la estúpida percepción ante el avance del antisemitismo en el gobierno estadounidense que tienen el rabino encarnado por John Turturro y su esposa Evelyn (Winona Ryder); el papel de ella es complejo, ya que resulta el elemento distorsionante en el clan Levin. Hasta los colores cálidos o pálidos de la serie remiten al imaginario que destila la lectura de la prosa de Roth, así como la forma de evocar la época con un breve diálogo sobre un home run de DiMaggio y un concierto de clarinete de Artie Shaw en directo por la radio. En contrapartida, la sala de cine a la que asisten los Levin solo proyecta noticiarios de la época, nada de escapista ficción. Es sin duda el trabajo más literario de Simon hasta la fecha. Ha querido preservar la obra antes que llevarla por otros derroteros. Pese a ello, no es solo muy coherente con su línea ideológica (establecida en The Wire, Generation Kill y, sin Burns, en Treme, Show me a Hero y The Deuce), sino que, en tiempos del populismo de Donald Trump en la Casa Blanca, es sin duda hoy, en 2020, una serie televisiva muy necesaria.


Es sin duda el trabajo más literario de David Simon hasta la fecha.

Ha querido preservar la obra antes que llevarla por otros derroteros



El relato abarca desde junio de 1940 hasta septiembre de 1942, con una coda ubicada en noviembre de 1942, cuando, tras la misteriosa desaparición en pleno vuelo del presidente Lindbergh, se celebran unas nuevas elecciones de resultado incierto: la gente está cansada de la alianza de Lindbergh con Hitler, pero el antisemitismo ha hecho mella en un país en el que el Ku Klux Klan, como muestra el último y aterrador episodio, vuelve a campar a sus anchas. Lindbergh basa su campaña y posterior mandato, ferozmente anticomunista, en la idea de que el país no participará en la guerra mundial. Su lema es América primero. En sintonía con la doctrina Monroe de América para los americanos. Y aunque Lindbergh y su esposa aseguran que no pactarán con Hitler, el pequeño Phillip empieza a soñar con los nazis mientras su tía Evelyn y el rabino Bengelsdorf –quien odia la guerra en Europa, pero no desaprueba a Hitler– lideran el proyecto de la Absorción Americana (el Experimento Americano), destinado a integrar a los judíos en el país a la vez que, por supuesto, se les despoja de su identidad. Los personajes de Turturro y Ryder parecen una evolución institucionalizada de los sonderkommandos de los campos de concentración, aquellos judíos que colaboraron en el exterminio de los suyos. Evelyn y Bengelsdorf son inconscientes e incapaces de ver lo que está ocurriendo pese a que feroces antisemitas como el vicepresidente Henry Ford se lo escupan a la cara. No por ello su papel en la historia resulta menos triste y patético: la ceguera ante el terror real de los fascismos.

Quim Casas


USA, 2020. T.O.: “The Plot Against America”. Creadores: David Simon y Ed Burns. Directores: Minkie Spiro y Thomas Schlamme. Intérpretes: Morgan Spector, Zoe Kazan, Winona Ryder, John Turturro. DISPONIBLE EN HBO