El intérprete
Pese al ingente trabajo que conlleva mantener vivas varias redes sociales, se podría decir que he entrado de pleno en la sensación del momento: TikTok. Si bien Instagram, durante años, fue considerada una red para mostrar fotos de comida y pies con filtros bonitos para resultar en una plataforma mucho más transversal de lo que muchos creían, a TikTok se la reconoce como esa red donde los adolescentes hacen bailes ridículos, cuando la realidad es que esconde toda una serie de narrativas visuales que deja en pañales a gran parte de la cartelera cinematográfica. Ahora bien, el salto generacional dentro de la propia red se nota ya no solo entre ciertas apuestas visuales conservadoras entre los de mayor edad sino en la propia eficacia del contenido creado por los más adultos del lugar frente a los más jóvenes, estos últimos siempre a la vanguardia en la exploración de las posibilidades de la plataforma. De hecho es frecuente ver contenidos fallidos con un “¿Lo he hecho bien?” o “no sé poner los filtros” en imitaciones low cost de tendencias actuales o, peor aún, en narrativas obsoletas incluso para YouTube.
Algo así he sentido al ver el último film del otrora celebrado director de Máximo riesgo, Las aventuras de Ford Farlaine y La jungla 2: Alerta roja que, tras el estrepitoso fracaso de Hércules: El origen de la leyenda, parece haberse refugiado en Oriente, donde ha realizado dos films en Hong Kong y uno en China. El último de estos, Bodies at Rest, ni tan solo pasó por nuestra cartelera, llegando directamente a través de Netflix a nuestras pantallas, previo paso por la última edición del Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya, con una tibia acogida que ya podía presagiar su funcionamiento en la conocida plataforma de VOD. Pese a encajar perfectamente como film de catálogo dentro de la plataforma, no puede decirse que Harlin nos recuerde al de sus mejores trabajos sino más bien a la versión mas perezosa de este, pese al innegable oficio (y referencias) que posee. Así, volvemos a claustrofóbicos interiores como en su día junto a John McLane o a los espacios submarinos de Deep Blue Sea, pero trasladados a una funeraria donde transcurre toda la acción de Bodies at Rest, donde la carga de la tensión reside en la lucha táctica entre un protagonista y un antagonista construidos sin el más mínimo gris y donde muchas de las jugadas suceden a través de decisiones absurdas de personajes secundarios. Y si bien esta mezcla entre cine de acción norteamericano de los 90 y cine de acción hongkonés actual no resulta especialmente torpe (pese al uso de planos muy breves, la acción y los espacios nunca resultan confusos), sí se nota una cierta dejadez y falta de imaginación en los encuadres, un cierto anonimato, un silencio. De hecho, el plano que abre el film consiste en un plano aéreo de la ciudad bajo la lluvia, donde la cámara avanza por encima de los edificios, pero no así el filtro de lluvia superpuesto a la imagen, porque se ve perfectamente qué pasa, como quien crea un videoclip recreando explícitamente el contenido de la letra de la canción: un intérprete.
Nicolás Ruiz
Hong Kong, 2019. T.O.: “Chen mo de zheng ren”. Director: Renny Harlin. INTÉRPRETES: Nick Cheung, Richie Ren, Yang Zi, Feng Jiayi, Carlos Chan, Clara Lee. DISPONIBLE EN NETFLIX