Vita & Virginia

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Woolf y Sackville-West, una relación contra su época.

La relación entre las escritoras Virginia Woolf y Vita Sackville-West fue la base de la obra teatral escrita por Eileen Arkins, y que ella misma protagonizó en los escenarios, siendo también guionista de Vita & Virginia (2019, Chanya Button), así como de otros ensayos que, primero, especularon con ello y, después, lo desarrollaron a partir de las numerosas cartas que intercambiaron ambas, como «A Virginia le gustaba Vita», de la escritora Pilar Bellver.

A partir de la obra de Arkins, la directora Chanya Button, autora de una película anterior, Burn, Burn, Burn (2015), realiza Vita & Virginia para recrear los diez años de relación entre las dos escritoras que dieron como resultado, debido a la ruptura y el intento de Woolf (Elizabeth Debicki) de transformar sus sentimientos por esa circunstancia a través de la escritura, en «Orlando», la cual está dedicada, precisamente, a Sackville-West (Gemma Arterton). En ella, Woolf representó a Vita en sus diferentes personalidades, al menos en las distintas formas en que ella la concebía. La película de Button, sin embargo, no toma como base «Orlando» y tan solo al final se reproduce el proceso de escritura y las consecuencias sociales de su publicación. A partir, en gran medida, de las cartas que intercambiaron las dos escritoras, y que, en ocasiones, en demasiadas, leen los personajes frente a la cámara rompiendo en apariencia la cuarta pared, Vita & Virginia supone no tanto un recuento de esos sucesos como una adecuación a agendas y discursos presentes, a pesar de que el material original de Arkins date de la década de los noventa. A este respecto, sin embargo, se percibe una mirada abierta, como por ejemplo en el intento de indagación emocional en la manera en que, una sociedad constrictiva, era considerada una relación lésbica. También en complejizar a ambos personajes –especialmente a Woolf– y en mostrar su relación tanto a niveles externos como íntimos con sus diferentes problemáticas, apoyándose en una estructura dramática derivada del relato romántico.




La música de Isobel Waller-Bridge, en ocasiones con sonoridades tecno, y la fotografía de Carlos De Carvalho, ayudan a que las imágenes de Button transciendan por encima de su construcción. También aportan mucho las dos actrices, especialmente Debicki, que consigue crear a una Woolf compleja y ambigua, convulsa e inestable, frente a una Arterton que tiene en sus manos a un personaje que se asienta en un cierto estereotipo –el cual, posiblemente, Sackville-West representaba socialmente en su momento–. A pesar de estos buenos elementos, Vita & Virginia queda estancada en casi todo aquello que intenta, pese a que la recreación de época tiene las garantías de casi todas las producciones británicas. Las rupturas que produce la música y la conformación mediante la fotografía de unas imágenes que van variando según los estados anímicos, y de la relación de los personajes, ayudan a rompen los contornos convencionales de una película que, en última instancia, no hace justicia ni a Woolf ni a Sackville-West. Ninguna de las dos fueron mujeres ni escritoras convencionales para su época, ni tampoco lo fue su relación. Ambas merecían más riesgo formal y discursivo que el que ofrece Vita & Virginia.

Israel Paredes Badía


Irlanda-Reino Unido, 2018. T.O.: «Vita & Virginia». Directora: Chanya Button. Intérpretes: Gemma Arterton, Elizabeth Debicki, Isabella Rossellini, Rupert Penry-Jones, Peter Ferdinando. DISPONIBLE EN MOVISTAR+