El valle de la venganza

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Por amor a Abbie

Estrenada en Netflix de manera prácticamente desapercibida, a juzgar por la escasa repercusión mediática que ha tenido, El valle de la venganza es una inesperada incursión en el western por parte de Ti West, firmante de La casa del diablo y Los huéspedes.


Todavía se discute si fue Diógenes, Lord Byron o Mark Twain quien dijo aquello de que, mientras más conocía al hombre, más quería a su perro. Fuera quien fuere, es una opinión que sin duda suscribirían Avery Ludlow (Brian Cox), el protagonista de Red (Debieron decir la verdad…) (Red, 2008, Trygve Allister Diesen y Lucky McKee), John Wick (Keanu Reeves), personaje principal de la película homónima codirigida por Chad Stahelski y un no acreditado David Leitch en 2014, y ahora Paul (Ethan Hawke), protagonista de El valle de la venganza (In a Valley of Violence, 2016), ya que los tres se revelan capaces de emprender sangrientas revanchas contra las personas que mataron a sus canes. Pero, así como Red (Debieron decir la verdad…) y John Wick son thrillers policíacos de ambientación contemporánea pero que hacen gala de un bárbaro sentido de la moral y la ética dignos del western, El valle de la venganza se inscribe con decisión dentro de este género, y lo hace con no pocas particularidades, empezando porque se trata de una producción cuyos máximos responsables habían hecho gala, hasta la fecha, de su especialización dentro del cine de terror: el productor Jason Blum, uno de los principales impulsores del cine fantástico norteamericano de estos últimos años gracias a su productora Blumhouse, y el guionista y realizador Ti West, bien conocido entre los aficionados a este género gracias a La casa del diablo (The House of the Devil, 2009) y Los huéspedes (The Innkeepers, 2011).



Solo por esto El valle de la venganza ya es, de entrada, un título harto curioso, y no es su único mérito (a pesar, avancémoslo ya, de lo relativamente insatisfactorio del resultado). Curioso y, también, modesto: se intuye como una producción de más bien bajo presupuesto, a pesar de la presencia en su elenco de un puñado de intérpretes bastante cotizados (el ya mencionado Hawke, John Travolta, Taissa Farmiga y Karen Gillan, por no hablar de la presencia en el reparto, si bien desempeñando un rol secundario como intérprete, del actor, guionista y realizador Larry Fessenden, quien goza de cierto prestigio, más bien friqui, como director de cine fantástico de formato indie gracias a Habit [1995], Wendigo [2001], The Last Winter [2006], Beneath [2013] y Depraved [2019]). La trama de El valle de la venganza, asimismo escrita por Ti West, también es sencilla: un forastero, el mencionado Paul, quien se define a sí mismo un «un asesino», acompañado de su perra Abbie (la cual, según su amo, tan solo sabe hacer una cosa: morder), se detiene de paso en el pequeño pueblo de Denton, donde en un escaso lapso de tiempo se gana la enemistad de un violento imbécil, Gilly Martin (James Ransome), el hijo consentido del marshal del pueblo Clyde Martin (Travolta), y también el amor un tanto desesperado de Mary-Anne (la estupenda Taissa Farmiga), una adolescente que sueña con irse de ese poblacho de mala muerte para siempre.


Ti West no atesora la menor pretensión de innovar el género sino, más bien,

de rendirle pleitesía desde la perspectiva del respeto reverencial y la cinefilia



La sencillez y ausencia de pretensiones es, asimismo, la nota predominante de la puesta en imágenes de un Ti West que no atesora la menor pretensión de innovar el género sino, más bien, de rendirle pleitesía desde la perspectiva del respeto reverencial y la cinefilia: los títulos de crédito, la partitura compuesta para la ocasión por Jeff Grace y determinados aspectos formales de ambientación y decorados remiten al eurowestern italiano en general y a Sergio Leone en particular. No obstante, El valle de la venganza no es un western destinado a hacer guiñar de placer al espectador avezado, sino un film muy clásico, para lo bueno y para lo malo. Para lo bueno, en el sentido de que se trata de una película excelentemente rodada, de sólidos encuadres y montaje fluido, agradable de ver en su conjunto. Para lo malo, en cuanto no aporta nada substancial, más allá de esa solidez formal y narrativa: su capa de brillantez formal no logra disimular la escasa creatividad del producto, más allá de determinados apuntes de interés: la planificación, próxima, cómo no tratándose de Ti West, a la del cine de terror en la secuencia nocturna en la cual Gilly y sus secuaces atacan a Paul mientras duerme al aire libre y que culmina con el gratuito asesinato de su perra; o la escena de violencia dirty en la que el vengativo Paul mata a uno de esos secuaces, Roy (Fessenden), degollándolo con una navaja de afeitar y, simultáneamente, ahogándolo en la bañera.

Tomás Fernández Valentí


USA, 2016. T.O.: «In a Valley of Violence». Director: Ti West. Intérpretes: Ethan Hawke, John Travolta, Taissa Farmiga, James Ransome, Karen Gillan, Toby Huss, Tommy Nohilly, Larry Fessenden. DISPONIBLE EN NETFLIX