The Mandalorian

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Bajo demanda

Punta de lanza de la nueva plataforma Disney+, The Mandalorian se presenta como un intento de aprovechar el fandom existente alrededor de la franquicia Star Wars intentando, por el camino, renovar sus esquemas en la medida de lo posible.


SI REPASAMOS LOS NÚMERO EN TAQUILLA de los films de Disney de esta última década encontramos que veinticuatro de ellos han sido capaces de superar la barrera de los mil millones de dólares de recaudación, cuatro de ellos pertenecientes a la saga Star Wars y otros ocho pertenecientes al universo Marvel, todos ellos epopeyas mastodónticas que acostumbran a ser un enorme reclamo en las carteleras no solo por su temática sino por unos universos perfectamente definidos, reconocibles y capaces de generar un fandom fiel dispuesto a pasar por taquilla. Con esos datos, la llegada de Disney+ a los hogares no podía ser una mera traslación de lo visto en la gran pantalla a las pequeñas pantallas de los hogares, entre otras cosas porque las enormes taquillas van en contra de las posibilidades de que los usuarios quieran pagar por repetir una experiencia ya vivida en los cines, ni tampoco un catálogo de greatest hits de la compañía cuando los caballos de batalla de las plataformas de streaming han demostrado ser sus originales. Así Disney+, consciente de la necesidad de ofertar algo inédito, estrenó The Mandalorian el 12 de noviembre a la par que la plataforma hacia su debut en el streaming, optando por dosificar semanalmente sus capítulos para mantener vivo el imaginario de Star Wars de cara al estreno en diciembre de El ascenso de Skywalker, algo que ayudó enormemente a alcanzar los casi 50 millones de usuarios con los que cuenta actualmente, sumando por el camino la campaña navideña y la actual pandemia, donde los contenidos infantiles han resultado tan necesarios. Sin duda Disney+ ha entrado fuerte en el juego de VOD (viendo los números), con la enorme baza de tener un catálogo de calidad ya conocido por todos frente a las aleatorias propuestas de Netflix, y con una primera promesa de contenido propio cristalizada en The Mandalorian, que en su primera temporada ha sido capaz de fascinar tanto a los irreconciliables amantes del capítulo ocho como del capítulo nueve, clara señal de que la apuesta creativa de Disney funciona.



REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA

The Mandalorian se sitúa unos poco años después del Episodio VI, pero se desliga por completo de los personajes de la saga original y de su trama, excepto por el personaje estrella en Twitter estos últimos meses: Baby Yoda. En esta aventura seguimos a un cazarrecompensas encargado de dar caza y captura a un peligroso objetivo que resulta ser un aparente bebé (de 50 años) que será asesinado al entregarlo, llevando al mandaloriano a no cumplir con el encargo, salvar al bebé y ser perseguido por ello en una huida que le llevará por diferentes escenarios, haciendo acopio de aliados para hacer frente a las fuerzas del Imperio lideradas esta vez por el sorprendente personaje sin nombre interpretado por Werner Herzog. Este desarrollo sigue el patrón clásico de la saga, a medio camino entre la aventura y el western, con capítulos de arco narrativo completo mucho más efectivos en el modelo semanal de Disney+ y similar a las entregas cinematográficas, donde incluso su aspect ratio de 2.39:1 es el usado en la saga cinematográfica, huyendo del más televisivo 1.78:1 usado, por ejemplo, en Juego de tronos. De hecho, la fuerte apuesta de Disney por sus nuevos contenidos queda también clara a nivel de presupuestos ya que cada episodio de The Mandalorian ronda los 15 millones de dólares, la misma marca de cada episodio de la octava temporada de Juego de tronos pero en capítulos que duran un tercio de lo que duraron las seis últimas entregas de la serie de HBO, y esa cifra podría llegar a los 25 millones por episodio para las ficciones del universo cinematográfico de Marvel, priorizando la calidad de los contenidos a su cantidad (con la seguridad que puede garantizar el dinero, claro) conscientes que la base fidelizada de fans ya está creada, que el modelo de éxito a largo plazo responde al caso de Juego de tronos y no al de Stranger Things y que la compañía dispone de infinidad de franquicias que explotar en la rama televisiva sin el riesgo que les supone a otras compañías levantar una de cero.


”The Mandalorian” se sitúa unos poco años después del Episodio VI,

pero se desliga por completo de los personajes de la saga original y de su trama,

excepto por el personaje estrella en Twitter estos últimos meses: Baby Yoda




Para la empresa que supone levantar The Mandalorian, Disney ha optado por poner a los mandos de la nave a Jon Favreau, sobradamente conocido tanto por su papel dentro del universo MCU como por ser el director de, entre otras, Iron Man, Iron Man 2, El libro de la selva y El Rey León y, por tanto, conocedor del funcionamiento de la compañía y experto en la integración de efectos digitales en imagen real. Así es como la serie de Disney+ ha sido la primera en usar lo que han bautizado como Stagecraft y que consiste en una tecnología de pantallas LED que muestran un render 3D en tiempo real creado con el conocido Unreal Engine, y que permite hacer tracking del movimiento de la cámara para modificar en tiempo real la imagen en la pantalla, sustituyendo los famosos cromas por las imágenes reales que vemos en el metraje final, algo que acelera el rodaje y abarata los costes de producción. Con dicha tecnología se ha conseguido rodar el 90% de lo que vemos en la serie en interiores y simplificado enormemente el rodaje de las escenas donde la propia luz de las pantallas ilumina correctamente a los personajes sin necesitar igualarla en postproducción y, por ejemplo, tener un reflejo real en el casco de un protagonista con infinidad de primeros planos a lo largo de los ocho episodios que tiene esta primera temporada. Por otro lado, eso conlleva ciertas limitaciones, ya que se filma directamente con una pantalla LED, por eso la gran mayoría de planos (excepto los planos generales) carecen de una gran profundidad de campo, unificando la estética de la serie y dando un merecido protagonismo a los efectos especiales tradicionales (marionetas, prótesis, maquillaje, etc.) y un nuevo reto a los directores de fotografía, al cambiar muchas de las luces por pantallas con la imagen del escenario y cuya luz es la que ilumina al protagonista. Basta ver el material promocional de esta tecnología para entender tanto la alegría de Favreau como la importancia que da Disney a esta, pionera y pilar fundamental de los taquillazos de la próxima década.



Con todos esos elementos queda claro que The Mandalorian resulta un triunfo para Disney, consiguiendo poner de acuerdo a toda la base de fans de la saga con esa vuelta a un cine de aventuras que, en cierta manera, se había ido perdiendo entrega tras entrega. Por otro lado tenemos la infinidad de referencias cinéfilas (desde Leone a Kurosawa) para los quizás no tan fans de la saga, donde la narración ya no se centra tanto en el eje de la saga galáctica sino en el periplo del cazarrecompensas que bien podría habitar un universo diferente al de Star Wars, que conjuga perfectamente su desarrollo con un cine de aventuras cada vez más difícil de ver en pantalla grande (recordemos el fracaso que supuso para Disney la soberbia John Carter), y la cierta épica de un personaje sin rostro en un mundo que no conocemos. Si a eso sumamos la excelente factura (acorde a su presupuesto), es comprensible el éxito cosechado por Favreau y Disney con The Mandalorian, esas pequeñas píldoras de nostalgia de apenas treinta minutos que, a través de unos personajes innegablemente carismáticos (interpretados por Pedro Pascal, Gina Carano, Nick Nolte y Taika Waititi entre otros) y una trama directa y sin desvíos que, pese a tener comprometida ya una segunda temporada, no busca ir abriendo tramas para perpetuarse en la parrilla. Resulta en cambio algo simplista el desarrollo de personajes a lo largo de los ocho episodios, más cuando el pasado trágico del protagonista lo vemos varias veces durante la primera temporada, jugando más con nuestro imaginario que con la información que pone la serie sobre la mesa, permitiéndose además lanzar dos capítulos que podríamos entender de relleno y que preceden al final de la temporada, uno para presumiblemente presentar a un personaje para la segunda temporada y el otro para meramente volver a la cantina de Mos Eisley, y donde el papel de Baby Yoda en ambos es meramente testimonial, un obstáculo narrativo. A su vez, la aparición de los poderes del pequeño personaje verde resultan caprichosos, inevitablemente planificados para el aplauso pero excesivamente visibles como un recurso fácil de guión, cuando no queda más remedio que salvar la situación pero no frente a otras amenazas, y esa especie de condicionamiento para redactar un desarrollo que permita que el personaje muestre lo justo sus poderes es algo aplicable también a una puesta en escena condicionada por el uso del Stagecraft y que requiere el uso de escasa profundidad de campo en muchas ocasiones, así como de necesitar el tener elementos desenfocados en primer plano para conseguir que la sensación de tridimensionalidad de la imagen sea uniforme en los ocho episodios, elementos que resultan la mayoría de ocasiones visibles en segundos visionados y que en su gran mayoría no lastran un satisfactorio visionado, tras haber eliminado todo riesgo.


USA, 2019. T.O.: “THE MANDALORIAN”. CREADOR: JON FAVREAU. DIRECTORES: DEBORAH CHOW, RICK FAMUYIWA, DAVE FILONI, BRYCE DALLAS HOWARD, TAIKAWAITITI. INTÉRPRETES: PEDRO PASCAL, CARL WEATHERS, GINA CARANO, NICK NOLTE, WERNER HERZOG, TAIKA WAITITI, GIANCARLO ESPOSITO. DISPONIBLE EN DISNEY+

Nicolás Ruiz