Los Óscar a «Parásitos»: ¿un nuevo paradigma?

en Más información/Opinión por

El triunfo de la producción surcoreana Parásitos en los últimos Oscar, donde ganó como mejor película –la ascesis total– y mejor película internacional, un doblete impensable hasta ahora, ¿cambiará el paradigma de estos galardones y, por extensión, la mecánica de Hollywood en relación al cine foráneo?



1 El Óscar a la Mejor Película obtenido por Parásitos, además del que parecía más evidente –Óscar a la mejor película internacional– y otros dos que se podía intuir que caerían, pero solo uno de ellos, o el de dirección o el de guión, parece iniciar una revolución en la consideración que la Academia ha tenido siempre hacia el cine que no fuera estadounidense. Durante décadas, galardonar a Kurosawa, Bergman, Fellini, Tati, Buñuel o Almodóvar –en algunos casos no con sus mejores films, pero ese es otro tema– en la categoría de mejor película de habla no inglesa parecía satisfacer a todo el mundo, a los de Hollywood y a los de fuera de él. Migajas artísticas algo contradictorias, ya que en bastantes casos las obtenían directores que no comulgaban precisamente con el sistema y forma de funcionar de la industria que ahora les recompensaba. El Óscar al mejor film para Parásitos, sin restricción lingüística o internacional, puede cambiar las reglas del juego. Es, por supuesto, la primera vez en la que lo obtiene una producción que, por no tener, ni tuvo una compañía de catering estadounidense u otro tipo de servicios durante el rodaje; en The Host, otra de las magníficas obras de Joonho, el diseño y animación de la criatura mutante los hizo una empresa norteamericana, y hasta por ahí podrían agarrarse para darle el premio más importante de todos si se diera el caso. Este atrevimiento encierra algo de desafío en el seno de la misma industria hollywoodiense, pero deberíamos ser, en todo caso, precavidos. Conviene no olvidar que Hollywood, en esto de los premios, no acostumbra a ser proactivo sino más bien reactivo. El año en que aparecieron nominadas más películas dirigidas o interpretadas por cineastas y actores de raza negra fue tras recibir, en la edición anterior, duras críticas por su ausencia en las categorías más importantes. Algo similar podríamos decir de las mujeres directoras y en algún momento se abordará el tema desde una perspectiva LGTBI. Para la mentalidad más reduccionista del Hollywood de siempre, y hablo en estrictos términos ideológicos, no artísticos, y admitiendo, por supuesto, la cantidad de personajes progresistas que lo han habitado desde su misma creación como la gran industria del espectáculo, muchas veces no se trata de consideraciones artísticas sino de reacciones y movimientos de defensa. Pero en el caso que nos ocupa, en el sorprendente triunfo en la pasada gala de Parásitos, no existe reacción contra algo o alguien, sino una apuesta más o menos coordinada –nunca he creído que sean premios «limpios » y que se obtengan estrictamente suman los votos de todos los participantes: hay algo más detrás de ese espectáculo dentro del espectáculo que son los premios Óscar– que puede surgir de muchas consideraciones distintas.



2 ¿Ha comprendido y aceptado por fin Hollywood, en relación a lo que siempre ha entendido como cinematografías periféricas, la globalidad del cine de nuestro tiempo? Podría ser una de las razones. ¿Era un voto de castigo, valiente por otro lado, para el resto de la producción norteamericana? Parece bastante improbable teniendo en cuenta la calidad de buena parte de las películas que llegaron este año a la final. De ahí se desprende también la rotundidad del triunfo de Parásitos. No es lo mismo superar a Gandhi o Green Book, pongamos por caso, que ganarlo todo cuando compites con El irlandés, 1917, Érase una vez en… Hollywood y Joker. Precisamente la coincidencia en las nominaciones de este año de todas estas películas podría invitar a una nueva reflexión para entender o justificar el triunfo de Parásitos: era perfecta como obra de desempate en un caso de polarización que podría haberse dado entre las películas de Tarantino y Scorsese, aunque la irrupción a última hora del film de Sam Mendes hizo decantar la balanza y parecía que Parásitos no tendría opción alguna más allá del Oscar a la película internacional. Este, junto a los premios para Renée Zellwegger y Joaquin Phoenix, aparecían con porcentajes devastadores para sus rivales en todas las listas de favoritas establecidas por webs de distinta consideración.

3 Hubo un tiempo, muy lejano, en el que Hollywood encontró un serio rival en la UFA alemana. También lo ha tenido, a nivel numérico, no de incidencia real en su ratio de públicos e ingresos, en el llamado Bollywood indio. Ni el cine de la antigua Unión Soviética ni la poderosa industria china actual son rivales serios a considerar para que Hollywood pierda su hegemonía. Pero con Corea del Sur las cosas pueden ser distintas. Como ha ocurrido en Francia desde la irrupción de la Nouvelle Vague, cuando André Malraux era ministro de Cultura, el gobierno surcoreano ha realizado en las dos últimas décadas una inversión muy fuerte en su propio cinematografía (tanto la de autor como la de géneros más comerciales) y tiene una cuota para el cine local que supera el cincuenta por ciento, cuando en España, por ejemplo, es del quince por ciento, y en Francia se ha quedado en el treinta y cinco por ciento. Precisamente Lee Chang-dong, director de Secret Sunshine y Poesía, fue el ministro de Cultura y Turismo entre 2003 y 2004, periodo en el que se realizaron por ejemplo Oldboy (Chanwok), Memories of Murder (Joon-ho), Dos hermanas (Kim Ji-woon), La mujer es el futuro del hombre (Sang-so), Primavera, verano, otoño y… primavera, Samaritan Girl y Hierro 3 (las tres de Kim Ki-duk). Corea del Sur, con su masiva presencia en certámenes internacionales y recompensas por doquier –no olvidemos que antes de obtener sus cuatro Óscar, Parásitos había ganado más de doscientos premios, entre ellos la Palma de Oro en Cannes y el Globo de Oro a la mejor película en lengua extranjera–, empieza a ser un serio rival artístico y podría confirmarse como un importante oponente económico. Hollywood siempre ha preferido seducir, ganarse la confianza, integrar, vampirizar y desnaturalizar a los hipotéticos enemigos –recuérdese su desmantelamiento de los mejores directores australianos de los años setenta, de los alemanes en tiempos del cine mudo y, en menor medida, de los representantes del Free Cinema en los sesenta– antes de permitir que puedan llegar a competir de tú a tú. De momento, Joon-ho tiene sus cuatro grandes premios del cine norteamericano, imagino que el interés de diversas productoras estadounidenses y el proyecto de convertir Parásitos en una serie de HBO en la que están implicados Tilda Swinton y Adam McKay, aunque esta serie empezó a fraguarse antes de la triunfal noche de los últimos Óscar.


¿Ha comprendido y aceptado por fin Hollywood, en relación a lo que siempre

ha entendido como periférico, la globalidad del cine de nuestro tiempo?



4 Los recientes galardones obtenidos por el film han dado mucho juego más allá de en clave Óscar. En el apartado positivo, los medios de comunicación se han interesado por la compañía de distribución en España de la película, La Aventura, que ya trajeron un anterior film de Bong Joon-ho en el que casi nadie creía, Snowpiercer (Rompenieves), y desde siempre han tenido gusto y fijación por cineastas surcoreanos como Lee Chang-dong. Entrevistados en una cadena de televisión, Ferran Herranz y José Tito decían que estaban dispuestos a distribuirla saliera como saliera, ya que la compraron sobre guión y entonces les parecía excepcional y el film terminado no hizo otra cosa que corroborar y aumentar aquella sensación. En el apartado de curiosidades que se olvidarán pronto, una amplia batería de noticias en clave local relacionadas con la película: que si la ropa del hijo pequeño de la familia burguesa es de una firma catalana, que si las patatas fritas que comen los miembros de la familia pobre cuando se quedan solos en la casa son de una marca gallega, que si en la nevera de esa misma casa hay embutidos catalanes… Una película da para mucho, y más cuando se convierte en objeto mediático además de en obra maestra prácticamente instantánea. En términos logísticos, el film ha sido número uno en nuestras salas, algo inimaginable con ninguna otra película del cine surcoreano, de las dirigidas por Park Chan-wok a las minimalistas de Hong Sang-so. También hay un apartado de estupideces, y ese lo protagonizó Donald Trump, quien ya ha aparecido alguna otra vez en estas páginas de opinión de la revista, cuando dijo lo siguiente durante su mitin en la madrugada del pasado 21 de febrero: «¡Y la ganadora es una película de Corea del Sur!» [imitando al presentador de la gala, no exactamente a Jane Fonda] «¿Pero qué es esto? Ya tenemos suficientes problemas con Corea del Sur por temas comerciales y ahora les damos el premio a la mejor película del año. ¿Es buena? No lo sé. Podríamos recuperar “Lo que el viento se llevó”, que vuelva». Añadió también El crepúsculo de los dioses para convencer mejor a algún cinéfilo despistado. No me gusta demasiado Twitter, pero a veces es necesario: los distribuidores del film de Joon-ho en Estados Unidos enviaron rápidamente un twit diciendo sobre Trump: «Es comprensible, no sabe leer». Siempre es fácil descalificar a alguien que dice cosas sobre algo que no conoce, en este caso la película de Joon-ho, pero viniendo del ínclito presidente actual de los Estados Unidos, la cosa suena a chiste de muy mal gusto. Supongo que entre temas relacionados con Rusia, China, las matanzas en su propio país y las decenas de pequeños watergates que ha ido diseminando durante su mandato, tendrá cosas más importantes que ponerse a enjuiciar a la Academia de Hollywood por recompensar Parásitos. ¿Qué hubiera preferido él? ¿Historia de un matrimonio? ¿Joker? ¿Mujercitas? ¿Estrechar la mano de Scorsese o de Tarantino? ¿Jojo Rabbit porque le puede caer simpático el Hitler que en este film se representa? ¿1917 porque es de guerra? Qué reivindique el retorno de Lo que el viento se llevó, o de ese modelo de cine masivamente oscarizable –podría haber citado también Ben- Hur, porqué no– también me parece muy significativo de algunas viejas estructuras norteamericanas; seguro que Trump no habla de ella por sus cualidades estéticas y narrativas, que las tiene, sino que piensa en la gloria perdida de su concepto de gran nación americana.

Quim Casas