Werner Herzog está en una situación similar a la de David Lynch, con quien ya colaboró en el largometraje My Son, My Son, What Have Ye Done. Cierto que rueda más que el director de Carretera perdida, pero destina tanto o más tiempo a proyectos de distinta índole relacionados con la escritura, seminarios, documentales, enseñanza cinematográfica y, como en el caso que nos ocupa, la creación de un taller de cine localizado en un lugar que es fundamental en el imaginario de Herzog y en la repercusión que tuvo su primer cine entre nosotros: la selva amazónica.
Tras retratar las aventuras desquiciadas del conquistador Lope de Aguirre y el melómano Fitzcarraldo, Herzog volvió en 1987 a similares escenarios con el mismo actor, Klaus Kinski, para rodar Cobra verde. Más de tres décadas después, el director de Corazón de cristal regresa a aquellas tierras colombianas para poner en marcha un taller de realización según el estilo desplegado en unas películas que, en muchas de sus secuencias, se convertían en documentales de si mismas.
En el pueblo amazónico de Leticia, contando con la organización y logística de la Aceleradora de Cine-La Selva Ecosistema Creatiu (colectivo de cineastas y productoras iberoamericanas con sede en Barcelona que ya realizaron el pasado año un proyecto similar con Lucrecia Martel), se desarrollará entre el 24 de abril y el 5 de mayo el encuentro internacional de creación en el que cada participante concebirá un cortometraje a partir de un tema sugerido por el propio Herzog, quien tutelara todas las fases del trabajo durante los once días previstos para la preparación y filmación. El intercambio de ideas con estudiantes de cine se ha convertido en algo habitual en el Herzog del siglo XXI, como demuestra su escuela itinerante Rogue Film School.
La intención del taller es posibilitar la realización de un corto, dialogar sobre una de las premisas de Herzog, la verdad extática, y establecer una interacción-discusión sobre el mismo hecho cinematográfico, porqué rodamos y qué deseamos hacer con ello. Conociendo a Herzog a través de sus películas, escritos, declaraciones y aventuras en primera persona, la praxis será pragmática, sin especulaciones ni lugares comunes, aunque también cara: 5.200 euros cuesta la matrícula. Para empezar, en la casa donde se alojen los participantes no habrá ni rastro de internet.
(Nada en casual en Herzog. Su último documental, Nomad: In the Footsteps of Bruce Chatwin, está dedicado al escritor de la novela en la que se basa Cobra verde, mientras que la serie que prepara para televisión, Fordlandia, gira en torno a la ciudad utópica que el magnate del automóvil Henry Ford quiso construir en el corazón del Amazonas).
Quim Casas