William Friedkin (1973)
QUE LA ACADEMIA DE HOLLYWOOD NUNCA FUE MUY aficionada al terror es algo más que obvio si tenemos en cuenta la presencia del género en los premios. Durante una de las grandes etapas del cine de terror, los años treinta, únicamente tuvieron presencia en los Óscar El hombre y el monstruo (Dr. Jekyll and Mr. Hyde, Rouben Mamoulian, 1932) que, de sus tres nominaciones, consiguió el premio al mejor actor para Fredric March y La novia de Frankenstein (Bride of Frankenstein, James Whale, 1935), que fue candidata al mejor sonido. En la década siguiente, también de no poca importancia para este campo cinematográfico, solo El fantasma de la ópera (Phantom of the Opera, Arthur Lubin, 1943) estuvo algo considerada en los premios al conseguir los de fotografía y decoración en color. Las trascendentales obras de Jacques Tourneur, por ejemplo, quedaron completamente obviadas por parte de la Academia.
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