La ofrenda
UNA DE LAS MAYORES INJUSTICIAS PERPETRADAS por la crítica de cine de este país (que no son pocas) con una producción española de estos últimos años fue el varapalo, si no unánime, sí mayoritario que recibió El guardián invisible (2017), un más que interesante thriller, adaptación de la popular novela homónima de Dolores Redondo, que fue ignorado, cuando no abiertamente despreciado (y no digo nombres) por el mero hecho de venir firmado por Fernando González Molina, un cineasta no ya «sin firma» / sin prestigio, sino –cierto es: soy el primero en reconocerlo– realizador de películas –estas sí– tan infames como Fuga de cerebros, 3 metros sobre el cielo, Tengo ganas de ti y Palmeras en la nieve.
Contenido reservado para suscriptores. Para acceder al contenido haz el login siguiendo este link: LOGIN.
Para ingresar como nuevo miembro sigue este link: NUEVO MIEMBRO.
Para ingresar como nuevo miembro sigue este link: NUEVO MIEMBRO.