Pese a la juventud de la mayoría de sus asistentes, L’Alternativa es un festival maduro, muy consciente del público al que se dirige y del tipo de cine que quiere programar. Es sin duda sugerente que el festival dedicara su vigésimosexta edición al 30.º aniversario de la caída del muro de Berlín, ya que es precisamente en los márgenes de unos muros (los que circunvalan el circuito de salas comerciales y festivales de cine más renombrados) donde se sitúan la gran mayoría de películas que L’Alternativa selecciona, exhibe y promueve.
Esos espacios marginales, extramuros, también estaban presentes de forma recurrente en muchos de los films seleccionados. Lugares agrestes, como el Nueva York de El cuarto reino o el Cornualles de Bait; o directamente no-lugares, como la base militar de Campo o la cabaña de Zumiriki. Películas todas ellas que nos hablan también de la relación entre el ser humano y el medio natural en pleno Antropoceno, de hasta qué punto nuestra especie ejerce una dominación total sobre cada uno de los espacios del planeta. La superficie de la Tierra en Erde aparece como algo a dividir, modificar y trocear sin fin, como si ya no hubiera distinción entre tierra y territorio. En Swarm Season, el volcán Mauna Kea de Hawai sirve como frontera entre el pasado y el futuro: una montaña sagrada para los aborígenes, pero también un lugar desde el que planear una futura (e inevitable) conquista de Marte.
En otras películas, los espacios liminales y lugares inhóspitos no eran mares o montañas, sino terrenos más indefinidos como la familia o la memoria. Se trata de narraciones del yo, en las que los cineastas rastrean certezas y asideros a través de imágenes familiares, fotografías y vídeos caseros. Es el caso del cortometraje Bubota, en el que Carlota Bujosa se busca entre las interferencias de la imagenvídeo, o de De nuevo otra vez, película en la que Romina Paula trata de generar verdad a partir de una cierta artificiosidad, fabricando escenas familiares con el objetivo de trazar unos orígenes que deriven en autoconocimiento.
Películas y cortos que (se) cuestionan, en fin, la capacidad de la imagen no solo de documentar la memoria, sino de crearla y usarla en el presente. En Nos défaites, Jean-Gabriel Périot traza paralelismos y perpendicularidades entre la generación que protagonizó el Mayo del 68 y los jóvenes de un instituto en la actualidad. Mediante un trabajado dispositivo, Périot pide a los adolescentes recrear escenas de películas como La chinoise o À bientôt, j’espère, para preguntarles después sobre lo que han representado. Ver a los chavales balbucear con dificultad sobre conceptos como revolución o huelga puede parecer descorazonador. Sin embargo, los jóvenes obtienen una imprevista redención en un epílogo donde se revela que la lucha sigue presente, aunque con objetivos y maneras muy diferentes a los de hace cincuenta años.
Iván Correyero
Portada: «El cuarto reino», de Adán Aliaga y Álex Lora.