40 aniversario de la Federación Catalana de Cineclubs

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«Cineclubismo. El público se organiza»

Del 24 de octubre al 12 de enero se puede visitar la exposición «Cineclubismo. El público se organiza», comisariada por Juan Manuel García Ferrer, en la sede de la Filmoteca de Catalunya. La muestra comprende desde las primeras proyecciones en barcos y trenes fletados por la Revolución Soviética para llevar el cine a todo el país hasta la actualidad, cuando la labor de los cineclubes facilita al espectador la visión de determinados films que difícilmente le llegarían por los sistemas habituales de distribución y exhibición.


Casi tan antiguos como el propio cine, los primeros cineclubes surgieron en París alrededor de 1920 de la mano de Louis Delluc, Georges Denola y Charles de Vesme, responsables también de un pionero «Journal du Ciné-club». En la exposición se pueden ver los asombrados rostros de los niños cubanos que asisten a su primera sesión de cine en Por primera vez (Octavio Cortázar, 1969), el homenaje de Chris Marker al pionero Aleksndr Medvedkin, creador y organizador del «cine-tren» (Le train en marche, 1973) o el carnet de cineclubista de François Truffaut. Durante muchos años el cineclubismo ha servido de punto de encuentro y de aula informal. Ha sido un espacio abierto al debate en plena censura ideológica, no solo cinematográfica, con una implicación directa en la realidad política y social del país, a pesar del justificado temor por la presencia de representantes del orden más o menos camuflados entre los espectadores. En suma, un espacio donde Bergman, Eisenstein y Kurosawa alternaban con Buster Keaton, con el cine del Este hasta entonces poco menos que invisible y también con algunos realizadores españoles con dificultades para hacer llegar sus películas al público. Cabe recordar asimismo la actividad complementaria de los institutos de cultura –especialmente del italiano, el francés y el alemán– que posibilitaron la proyección de determinados títulos prohibidos por la censura.

Sobre la función «oculta» de los cineclubes debe destacarse la llevada a cabo por la distribuidora catalana Central del Curt, cuyo amplio catálogo, siempre en el limbo entre la legalidad y la ilegalidad, facilitó la difusión de películas realizadas al margen de la industria a buena parte del territorio español. Del activismo cineclubístico se hace eco el programa de la exposición: «Quizá los espectadores de más edad recuerden un tiempo en que los cineclubs eran uno de los poco ámbitos donde ver y discutir sobre un mundo que parecía vedado con el fin de poder cambiarlo de forma activa». Una sesión de cineclub, según el esquema clásico, ofrece la posibilidad de ver una película previamente seleccionada seguida de un coloquio con un presentador que con frecuencia ejerce o aspira a ejercer la crítica cinematográfica. En este sentido, la muestra rinde un merecido homenaje a Miquel Porter, profesor universitario, crítico de cine, cantante ocasional (fue miembro fundador de Els Setze Jutges) y muy especialmente agitador cultural que, ya fuera personalmente o por delegación directa a sus colaboradores, acostumbraba a desplazarse los fines de semana a los numerosos cineclubes que solicitaban su presencia.



La celebración del 40 aniversario de la Federación Catalana de Cineclubs es un buen momento para revisar la trayectoria efectuada por este organismo, desde su creación en 1982 hasta nuestros días. Una actividad que se extiende por toda la geografía catalana y que comprende la organización de las sesiones, la edición de folletos y publicaciones y, más recientemente, la exhibición de películas en exclusiva, así como la elección de los presentadores. En este aspecto, la exposición recoge el testimonio de varios de ellos cuya presencia ha animado los debates posteriores a la proyección; o que han ahuyentado al público, como en el film Io sono un autarchico, de Nanni Moretti, una secuencia del cual se puede ver en el mismo espacio. En cualquier caso, asistir a una sesión de cineclub ofrece a los asistentes la oportunidad de participar en un coloquio abierto, algo que de momento no permite ningún otro sistema de visionado de films ya sea en pantalla grande o a través de las múltiples plataformas on line.

Rafel Miret