34 Festival Internacional de Cine de Valencia Cinema Jove 2019

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Un año más y van treinta y cuatro. Cinema Jove es un festival que se mantiene fiel a sus postulados, a las raíces que originaron la creación de un certamen dedicado, especialmente, a cineastas y cortometrajistas que no excedan de cuarenta años. Aciertos, muchos. Errores, muchos también. Entre los primeros cabe destacar, como cada año, una oferta cinematográfica tan ecléctica como interesante que este año ha tenido ciclos tan atractivos como el dedicado a los hermanos Coen, que proyectó su filmografía comprendida entre su ópera prima, Sangre fácil (Blood Simple, 1984) y El gran Lebowski (The Big Lebowski, 1998) o el denominado «Los dioses del anime», que hizo lo propio con diecisiete películas pertenecientes a este tipo de cine recuperando obras como Belladonna of Sadness (Kanashimi no beradonna, Eiichi Yamamoto, 1973) o Hiroshima – Gen pies descalzos (Hadashi no Gen, Mori Masaki, 1983).

Más allá de estos ciclos, de nuevo, el gran bastión de Cinema Jove volvió a colocarse en el apartado de cortometrajes. Es aquí donde el festival conserva todo su prestigio situándose, incluso, a un nivel muy superior al de la media de certámenes que versan o integran secciones dedicadas a este tan apasionante como maltratado formato. En este apartado la ganadora de la Luna de Valencia sería L´heure de l´ours, una producción francesa de animación dirigida por Agnès Patron, a la que se sumarían dos menciones especiales para las piezas españolas Suc de síndria, de Irene Moray, que también logró alzarse con el Premio del Jurado Joven al Mejor Cortometraje, y Mudanza contemporánea de Teo Guillem, aunque otros cortometrajes como Después también de Carla Simón, Biciklisti de Veljko Popovic, Lo siento, mi amor de Eduardo Casanova, On the Border de Wei Shujun o Siostry de Michal Hytro´s podrían haber entrado perfectamente en el palmarés.

Los errores, como de costumbre, se hallan focalizados en la sección oficial de largometrajes. Aunque alguno de ellos poseyera un indiscutible interés (la coreana Beol-sae, Bora Kim, 2018, sin duda, la mejor de la selección, ganadora de los premios a la mejor dirección y a la mejor música, además del Premio del Público y el Premio del Jurado Joven al Mejor Largometraje) el conjunto resultaría tan desangelado como inapropiado para un festival que desea, ante todo, preservar e incrementar su prestigio edición tras edición. La mediocre (en ocasiones, pésima) calidad de las películas a competición en Cinema Jove no es, precisamente, algo que se da únicamente este año sino que se trata de un error endémico del festival que no parece tener visos de solución. Como si hubiera una manifiesta apatía por parte del comité de selección o de la dirección en buscar y conseguir proyectar piezas potentes priorizando, por el contrario, la resignación ante lo que llega por convocatoria. De esta forma, la muy irregular Light as Feathers (Rosanne Pel, 2018) consiguió la Luna de Valencia al Mejor Largometraje y el premio al mejor guión, mientras que la pésima producción argentina Los miembros de la familia (Mateo Bendesky, 2019) lograba una mención del jurado y la no menos deficiente Thunder Road (2018) los premios al mejor actor para Jim Cummings (también director, guionista y montador de la película, en un ejercicio de narcicismo absolutamente indigesto) y el de mejor fotografía.

Joaquín Vallet Rodrigo