Greg McLean
El cine fantástico australiano constituye, prácticamente, un género en sí mismo. Quizá sea por su capacidad de sugerencia, por su conexión estética con un territorio natural en el que confluyen lo salvaje (con sus vastas extensiones desérticas) con lo mitológico, la cultura aborigen con el influjo colonial, pero hay algo en la mirada del fantástico australiano que despierta una atracción especial. Greg McLean ya había jugado con ese acerbo cultural en Wolf Creek (2005), en la que el outback australiano dibujaba en su despoblamiento el escenario perfecto para el survival horror.
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