Robert Florey
A la hora de hacer cómputo de las más célebres producciones que forjaron el prestigio cinematográfico de la Universa, dentro del cine de terror de los primeros años del sonoro, siempre se suele dejar en un segundo término Doble asesinato en la calle Morgue. Puede que dicha omisión obedezca a diversas circunstancias, que van desde su ausencia a la traslación de cualquier mitología que hizo célebre el estudio, la irregular adaptación que efectuaba del remato de Poe –algo que, por cierto, asumiría la posterior y mucho más cuestionable El cuervo (The Raven, 1935. Lew Landers)–, o el hecho de que fuera una producción menor dentro del estudio, que acusó una serie de problemas en su gestación, derivados del desapego que Carl Laemle Jr. manifestó por la misma, así como de la falta de empatía que manifestó hacia Robert Florey.
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