SON NUMEROSOS LOS CINEASTAS QUE INICIAN SU CARRERA con una película autobiográfica. Como François Truffaut en Los 400 golpes, Carla Simon tenía algo pendiente que necesitaba contar: la dolorosa pérdida de sus padres, víctimas del sida, cuando apenas era una niña. El primer proyecto fue una película sobre su madre. Pero no es lo mismo recordar que contar, y no salió adelante. Se centró entonces en ella misma, pero entonces no había suficientes recuerdos y tuvo que reconstruirlos con la ayuda de familiares y amigos para centrar su película en el verano de 1993, cuando ella contaba seis años y la reciente muerte de su madre –el padre había fallecido tres años antes– la obligó a pasar las vacaciones escolares en un pueblo de Girona en compañía de sus tíos y prima.
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