QUIZÁS LA ESCENA MÁS IMPORTANTE DE Mulholland Drive y –si nos fiamos de los tops– del cine del siglo XXI sea la visita de Rita y Betty, las dos protagonistas del maravilloso y fascinante film de David Lynch, al club Silencio. Por una parte, por la indudable belleza estética e interpretativa de unas imágenes que nos muestran lo que parece ser el clímax de la historia– inolvidable versión playback de Rebekah del Rio de «Crying» de Roy Orbison. Por la otra, por todo ese juego entre ilusión y realidad, verdad y mentira, imaginación y objetividad que aparece en el escenario. Y, por último, porque la película se encuentra, en ese preciso instante, en el equilibrio exacto entre posmodernidad y clasicismo, sueño y vigilia, sentido y glosa, pasado y presente, locura y razón, todas esas dicotomías que el film pretende justamente sublimar.
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