Pocos festivales pueden presumir de poseer una idiosincrasia tan identificable para el espectador: SyFy es una de estas excepciones, quizás porque no es un festival estrictamente al uso. Concebida como propaganda del canal homónimo, la Muestra se ha convertido con los años en un maratón de películas que ha generado vocabulario, bromas, conductas y normas propias. La diecimosexta edición, celebrada entre los días 7 y 10 de marzo en el Palacio de la Prensa de Madrid, ha vuelto por ejemplo a ponerse del lado del feminismo.
Mientras a escasos metros se producía la gran marcha por la mujer, la Muestra iba encadenando títulos que eran fieles a esta circunstancia: así, en las primeras horas vespertinas del día 8 el público asistía a los pases de In Fabric (Peter Strickland, 2018) y Elizabeth Harvest (Sebastián Gutiérrez, 2018). La primera es una curiosa historia de vampirismo con objeto maldito: un vestido rojo que maldice mortalmente a quien se lo pone se transforma en metáfora, crítica y reflexión sobre el consumismo desaforado. In Fabric es muy poderosa visualmente y de ritmo lento, contada a veces in media res; no es una película de Terror para grandes publicos, pero depara momentos muy loables y se caracteriza por una dirección con personalidad. Elizabeth Harvest, por su parte, es una preciosista revisión del mito de Barba Azul con buenas ideas e interpretaciones.
Tras ellas, se vio una de las mejores películas de la muestra, el thriller de ciencia ficción Upgrade (Leigh Whannell, 2018). A partir de una historia de venganza sencilla, y casi manida, se desarrolla una trama de ritmo trepidante y atmósfera muy lograda. Es también de justicia destacar One Cut of the Dead (Shin’ichirô Ueda, 2017), originalísimo largometraje japonés sobre zombis con un discurso metaficcional profundo y con una puesta en escena ciertamente inspirada (y, advertimos, muy graciosa).
Realmente destacable fue también Nación salvaje (Sam Levinson, 2018), posiblemente el panegírico más atinado sobre los Estados Unidos de Donald Trump. Nación salvaje es un grito de agonía y la plasmación del desquiciamiento y la pérdida absoluta de valores y de referentes morales de un país que parece haber tocado fondo. Tras ahondar en los límites de las redes sociales, y hacer buen uso del montaje paralelo, de la iluminación y de una fotografía trastornada, la película concluye en linchamiento. En esta categoría de notables entra también Dragged Across Concrete (2018), tercer film del niño mimado de la Muestra (sus tres películas han pasado por el Syfy), Steven Craig Zahler. Thriller policíaco y buddy movie con un grandioso Mel Gibson, la película vuelve a dar muestras de las virtudes de Zahler como realizador y guionista: diálogos brillantes y afilados, crudos y secos estallidos de violencia, una cuidada atención a la creación de personajes y atmósferas, un peculiar sentido del humor y antihéroes protagonistas rezumantes de ternura y carisma que se sacrifican e inmolan por una causa. (Valga otro dato para demostrar la pasión de la Muestra por Craig Zahler: la sesión golfa del viernes se dedicó a Puppett Master: The Littlest Reich [Sonny Laguna y Tommy Wiklund, 2018], el reboot de la saga de 1989 con el que Craig Zahler, desde el guión, se llena todavía más las manos de sangre a borbotones).
Y en segundo plano de calidad (la memoria de este redactor no ha olvidado la atrocidad que supuso Gintama [Yûichi Fukuda, 2017], casi un capítulo de Humor amarillo), se proyectaron Diamantino (Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt, 2018), sobre un astro portugués del fútbol narcisista y con el cerebro de un estegosaurio metido en problemas de Hacienda y genéticos (¿les recuerda a alguien?), y Hell is Where the Home Is (Orson Oblowitz, 2018), home invasion llena de lagunas argumentales sin las que no tendría razón de ser.
Un año más, la muestra Syfy dio la nota. Del entretenimiento y la calidad.
Joaquín Torán