Jonas Mekas, infatigable personalidad del escenario fílmico neoyorquino, organiza en más de sesenta años su propio diario filmado, una obra descomunal y conmovedora fraccionada en incontables bloques. Su fallecimiento, a los noventa y seis años, el 23 de enero supone sin duda la desaparición de uno de los artistas más particulares y extraordinarios de la historia del cine.
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