No tiene problemas en reconocer que no estaba muy seguro de qué era lo que quería contar cuando concibió su segundo film en animación «stop motion» Isla de perros, y tampoco se preocupa demasiado en tratar de discernir qué fue lo que le llevó a elegir esta historia en particular. Con una carrera de más de veinte años, Wes Anderson sabe que su método pasa por dejarse llevar por su imaginación, ya que ha sido gracias a ella que se ha convertido en uno de los realizadores más singulares de Hollywood. En su retorno a la pantalla después de obtener nominaciones, como Mejor Director y a la Mejor Película y Mejor Guión por la extraordinaria El Gran Hotel Budapest, el realizador texano de 48 años vuelve a demostrarnos que para él no hay límites a la hora de crear, con esta historia con perros y gatos, mucho humor y una gran cuota de cultura japonesa que incluye a Yoko Ono en su primera participación como actriz en más de dos décadas.
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