Con una carrera iniciada a mediados de los 90, Wes Anderson ha devenido una de las voces más personales dentro de la cinematografía norteamericana. Ya sea en la comedia con tintes melancólicos o en la animación tradicional, la personalidad creativa de Anderson ha sido capaz de crear un microcosmos reconocible de temas y motivos visuales. Un mundo, marcado por el final de la inocencia y el complejo tránsito a la madurez, que sus imágenes erigen en la forma de un alegato frente a la normalidad.
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