Estuvo 10 años sin dirigir una película, en parte por haberse convertido en persona non grata en Hollywood por sus problemas personales y también porque, tal como explica, no estaba dispuesto a trabajar en proyectos que no fuesen propios. Sin embargo, Mel Gibson cambió de idea cuando le ofrecieron Hasta el último hombre por tercera vez, y como suele ocurrir en la industria del cine, ha vuelto a convertirse en el director de moda. Su asombroso relato de un incidente ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial le ha recordado al mundo que es el mismo hombre que en 1996 se llevó el Oscar a la Mejor Película y al Mejor Director por Braveheart, batió records de recaudación con La Pasión de Cristo y obtuvo una nominación al Globo de Oro a la Mejor Película de Habla No Inglesa por su impecable Apocalypto.
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