Una de sus mejores películas, Vivir y morir en Los Ángeles (1985), constituye paradójicamente para William Friedkin el inicio de una larga travesía artística del desierto en la que Jade (1995) representa una de sus etapas más aciagas; será su última realización hasta la fecha, Killer Joe (2011), la que estimule una apreciación crítica renovada de su filmografía. |
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